Gabriel es de El Torno y tiene 25 años. El próximo 13 de julio será ordenado diácono en la catedral de Ciudad Real. En esta entrevista nos cuenta cómo la relación con el Señor lo ha llevado a este momento.
Entraste siendo niño en el Seminario, ¿cómo fue ese primer momento de tu vocación y cómo se ha ido desarrollando en los años del Seminario?
El germen de esta semilla fue conocer la felicidad del sacerdote, me atraía su jovialidad y cercanía, y conocer el Seminario. En mi interior sentía alegría y paz, por eso quise entrar al Seminario. Desde entonces ha comenzado una historia de amistad con el Señor y un proceso de discernimiento donde ha habido momentos de todo, y donde el Señor me ha ido descubriendo mi vocación. Para ello, la oración y el diálogo con sacerdotes y formadores han jugado papeles esenciales, pues me han ayudado a responder la pregunta que todos los cristianos debemos hacernos: ¿Qué quieres para mí, Señor?
¿Cómo ha sido tu discernimiento vocacional y qué ha ido cambiando en ti estos años?
Durante estos años he conocido más profundamente la figura del sacerdote: un hombre llamado por Dios para ser padre y siervo de todos, teniendo a Cristo como fundamento y modelo. En mi camino vocacional he tenido momentos muy buenos y, otros, no tanto; pero de todos se ha servido el Señor para hacerme crecer y para estrechar nuestra relación, hasta el punto de poder descubrir su llamada y poder afirmar como san Pablo: «Sé de quién me he fiado».
Eres de El Torno, ¿cómo se viven estos momentos en tu familia? ¿En tu pueblo? ¿Entre tus amigos?
Son momentos de mucha alegría. Sobre todo, ves su apoyo, su implicación, su querer estar... Al final, me han estado acompañando todo este tiempo, de tal manera que conocen mi camino vocacional, los pasos que he ido dando, mis dificultades etc. Todo ello hace que compartan también conmigo la ilusión ante este paso tan importante.
Vas a ser diácono de camino al sacerdocio. ¿Cómo vives este paso en la vida cristiana?
Diácono es aquel que está llamado a servir el altar, la Palabra de Dios, asistir a los enfermos y ejercer la caridad. Ese es mi horizonte: el servicio, la oración y la caridad, teniendo como modelo el momento en que Jesús se agacha a lavar los pies a sus discípulos y les dice: «Os he dado ejemplo, para que hagáis lo que acabo de hacer» (Jn 13, 15).