Se abrió la capilla de adoración perpetua en Puertollano

El pasado 7 de junio, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, se inauguró una capilla de adoración perpetua en Puertollano.

Se trata de la segunda capilla de este tipo en la diócesis tras la apertura de la capilla de Herencia en el año 2023.

Para la inauguración de la capilla, el obispo, don Gerardo Melgar, presidió la eucaristía en la explanada del templo de Ntra. Sra. de Gracia de Puertollano, con la imagen del Cristo del Perdón situada en el presbiterio. Más de 500 personas se reunieron para participar de la misa y de la procesión eucarística posterior hasta la capilla de San Antonio, donde se ha instalado la capilla de adoración.

Junto al obispo, concelebraron sacerdotes de las parroquias de Puertollano y de otras poblaciones de la diócesis.

Don Gerardo se alegró de la apertura de una nueva capilla, felicitando a los adoradores y «también a los párrocos que han hecho todo lo que estaba en su mano».

Ante la presencia de Cristo en la eucaristía y la oración, Cristo «va a corresponder siempre con su amor», explicó don Gerardo, definiendo las capillas de adoración perpetua como «ese trocito de cielo que tenemos en la tierra, un espacio donde podemos encontrar paz y escuchar lo que Jesús quiere decirnos. La adoración eucarística es una devoción que permite a los fieles prolongar la eucaristía más allá de la misa».

Explicó que hay un doble sentido en la oración ante el Santísimo, «primero, para hablar con el Señor y, además, para que el Señor nos hable a nosotros. No solamente venimos nosotros a contarle nuestra vida, sino que Él quiere hablar con nosotros, nos quiere decir cómo quiere que nos comportemos y vivamos nuestra vida».

La oración, continuó el obispo, «no se trata de convencer a Dios de lo que nosotros queremos. Es preguntar al Señor qué es lo que quiere de nosotros, cuál es su voluntad, cuál es el plan de Dios sobre cada uno de nosotros y tratar de que nuestra vida sea realmente una respuesta auténtica a ese amor grande que nos tiene el corazón de Cristo».

Además, la oración exige y regala un compromiso, «no se trata de ponernos muy románticos cuando estamos ante el sagrario y luego en la vida no acordarnos de lo que hemos escuchado». Es necesario vivir después «no como si Dios no existiera, sino vivir de acuerdo con el plan que Dios tiene sobre cada uno de nosotros». Por eso, los adoradores han de ser apóstoles, transmitiendo «aquello que hemos vivido», puesto que «somos responsables no solamente de nuestra fe, sino también de la fe de los demás».

«Que aprovechemos, queridos hermanos, esta oportunidad que el Señor nos da de hacernos comprender el amor tan grande que Él nos tiene, que se ha querido quedar con nosotros para siempre y ha querido quedarse para escucharnos y escuchar nuestras dolencias y nuestras alegrías, pero también nos pide que seamos auténticos, que aquello que vivimos junto a Él, seamos capaces después de vivirlo en nuestra vida», reconociendo «las necesidades de otros muchos […] que van a estar también presentes en nuestra oración para que el Señor les ayude», concluyó.

Después de la misa, se inició la procesión con el Santísimo por las calles de Puertollano hasta la capilla de San Antonio, que acoge la adoración perpetua. Allí, el obispo impartió la bendición con el Santísimo y dispuso la custodia sobre el altar. Después, descubrió una placa conmemorativa del acto y escribió en el libro de registro de la capilla.

Con esta capilla, el número de capillas de adoración perpetua en España asciende a setenta y cuatro. Es la segunda en nuestra diócesis, después de la de Herencia, que está abierta desde 2023.