Más de veinte jóvenes se reunieron el 20 de abril en el Seminario para el encuentro vocacional con el obispo don Gerardo Melgar.
Durante toda la mañana, don Gerardo ayudó a los participantes a reflexionar sobre la vocación a través de varias dinámicas y ejemplos vocacionales, terminando con la oración personal ante el Santísimo.
Después de la comida, los jóvenes se reunieron en grupos para otra dinámica en torno a la vocación y al sacerdocio.
En la misa, con la que concluyó el encuentro, participaron también algunos seminaristas. Don Gerardo se dirigió a los jóvenes hablándoles sobre la imagen del Buen Pastor, tal y como se presenta Cristo en las lecturas de este pasado domingo: «Aquel que busca las mejores tierras y los mejores pastos para las ovejas, que busca lo mejor para que puedan ser felices».
Explicó cuatro tipos de relación que establece el Buen Pastor con las ovejas. La primera, una relación de amor que resume la vida cristiana: «La vida cristiana consiste fundamentalmente en el amor a Dios y en el amor a los demás. Y nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos, por las ovejas, como Él nos ha mostrado. Ha sido capaz de entregar su vida por nosotros».
Además de esta relación de amor, continuó don Gerardo, el Buen Pastor establece con las ovejas una relación de conocimiento: «Él nos conoce a cada uno de nosotros. Conoce nuestras cualidades y nuestros defectos, […] lo que nos alegra y lo que nos hace sufrir, lo que nos sobra y lo que necesitamos, y nos ama tal como somos», dijo.
Desde este conocimiento y relación personal con cada uno, se produce «una relación vocacional», la llamada a cada uno tal y como es, con sus cualidades y defectos: «Llama a cada uno por su nombre […]. Nos llamó a la vida, nos llamó a la fe, nos llama a la vocación que cada uno tenga, te puede estar llamando al sacerdocio, a vivir de acuerdo con sus valores y su mensaje».
Por último, el obispo se refirió a otra relación del Buen Pastor con las ovejas, a la «relación salvífica» con la que el Señor regala «la salvación y la plena felicidad» con su entrega por todos los hombres.
«Él nos conoce a cada uno de nosotros. Conoce nuestras cualidades y nuestros defectos, […] lo que nos alegra y lo que nos hace sufrir, lo que nos sobra y lo que necesitamos, y nos ama tal como somos»
Ante estos cuatro tipos de relaciones que el Señor establece con nosotros, nos pide una respuesta de amor, porque «amor con amor se paga. Él nos amó de esta manera, tenemos que amarle a Él siguiendo su proyecto sobre nosotros. Para ello tenemos que preguntarnos cuál es el proyecto de Dios sobre mí». Don Gerardo insistió en la respuesta de amor a Cristo ante todo el amor que Él ha entregado, amando al prójimo como Jesús nos ama.
Respecto a la relación de conocimiento, invitó a los jóvenes a conocer al Señor, «su vida, su estilo y sus valores», mientras cada uno busca el camino por el que le llama el Señor, «aunque eso suponga un compromiso para siempre». Precisamente, ante la relación vocacional del Buen Pastor, el obispo pidió la oración por la vocación de todos, «especialmente por las vocaciones sacerdotales, para que nunca falten en las comunidades personas que ayuden a los demás a encontrarse con el Señor».
«Que seamos capaces de ser siempre fieles al proyecto que Dios tiene de nosotros»
Como respuesta a la relación salvífica, con la que el Señor nos regala la vida eterna, don Gerardo pidió a los jóvenes la colaboración con Jesús «viviendo nuestra fe, siendo verdaderos agentes de evangelización donde quiera que estemos, anunciando a Cristo con nuestra palabra y, especialmente, con nuestro testimonio de vida».
«Que seamos capaces de ser siempre fieles al proyecto que Dios tiene de nosotros. Dios nos ha escogido y ha pensado para nosotros ese proyecto que tenemos que hacer realidad. Pidamos que nos dé fuerza para hacerlo realidad y para que encuentre en nosotros un gran colaborador que se comprometa a seguir extendiendo por el mundo su mensaje, que se comprometa a ayudar a otros, a descubrirlo a Él como persona, como Dios», concluyó.
Este encuentro ha sido una de las actividades vocacionales propuestas por el obispo en los últimos años, en los que pide a todas las comunidades la oración, especialmente por las vocaciones sacerdotales.