Pascual García Martínez es natural de Valencia, aunque creció en Villahermosa. Tiene 25 años e ingresó al Seminario cuando tenía 11 años. En los días previos a su ordenación sacerdotal —el próximo 30 de septiembre— nos habla de su vocación y de sus esperanzas.
¿Qué sientes estos días previos a la ordenación?
En este tiempo antes de la ordenación, tengo sentimientos encontrados; por una parte una gran alegría de poder realizar mi camino al que he sido llamado y, por otra, cierta incertidumbre por qué pasará, por dónde estaré de sacerdote y qué me encontraré en este camino que comienza dentro de unos días.
Si ahora miras hacia atrás en tu vida, ¿qué circunstancias y situaciones han sido determinantes en tu respuesta?
Mi respuesta vocacional ha sido fruto de un proceso largo y constante que ha implicado la relación con Dios, la relación con todas aquellas personas que me han rodeado, la relación con la misión a la que pienso que estoy llamado y la relación conmigo mismo.
Ha habido un montón de momentos y circunstancias en las que he visto esta llamada de Dios a ser presbítero, unas han sido fruto de la alegría y felicidad; y otras han surgido de momentos de dolor y prueba en mi día a día.
Si tuviera que quedarme con una, no sabría cuál elegir, la clave tal vez ha sido la de ver a Dios en todos los momentos de mi vida: en la oración y en la calle.
Acción de gracias a tu familia, a tus amigos, al Seminario…
Tengo muchos motivos para dar gracias a Dios por todo lo que me ha dado, porque me ha dado una familia que me ha apoyado en mi vocación y se ha preocupado por cuidarla, a mis amigos porque siempre han estado ahí en cada paso que he dado, con su presencia y sus consejos, al Seminario porque ha sido el que ha hecho de mí una persona que se preocupe de que tenga una buena relación con Dios y con los demás, y me ha hecho cristiano para luego poder descubrir mi camino vocacional.
A los pueblos de pastoral, porque sin ellos, todo lo que he estudiado y experimentado en la oración no tendría sentido, ellos han hecho que ponga los pies en la tierra y creciera más humanamente y vocacionalmente en el contacto diario.
Tengo que agradecer especialmente a los pueblos de Brazatortas, Fuencaliente y las aldeas todo lo que han hecho por mí en este último año de pastoral, así como a las hermanas de la fraternidad y a Iván, que es el cura que allí está y al que considero un amigo.
¿Qué modelo de sacerdote te inspira? ¿Cómo esperas ser en la tarea?
El modelo de sacerdote que me inspira es aquel que se muestra tal y como es a los demás, aquella persona que sabe que tiene debilidades y no utiliza ninguna máscara por ser sacerdote; es aquel que se preocupa por los demás y hace lo que pueda para ayudarles a encontrarse con Dios y en cualquier necesidad que tengan, tanto humana como espiritual.
Es aquel sacerdote que es semejante a Jesús, y que pretende comprender cada situación que vive su pueblo, para amarlo más y hacer que crezca.
En la tarea pastoral que me encomienda el obispo espero ser eficaz, y dedicarme con todo lo que soy a ella, buscando la acogida y el crecimiento de todos los que me rodean y a los que se me ha enviado. Que puedan tener una relación con Dios profunda y real.