En la tarde del 6 de septiembre, el obispo, don Gerardo Melgar, presidió la celebración de la Dedicación de la iglesia de Santo Tomás de Villanueva de Tomelloso. Los fieles llenaron el templo para la primera misa después de varios años de obras.
En la eucaristía participaron sacerdotes de otras parroquias de la población, así como curas naturales de Tomelloso y tres de los diáconos de nuestra diócesis.
Don Gerardo agradeció la ayuda de todo el pueblo cristiano para la rehabilitación del templo, en pie desde 1976, que ahora luce un interior totalmente renovado. «Sabéis que toda la obra que en ella se ha realizado ha sido pensando en vosotros y en vuestro bienestar. Para que os sintáis a gusto y que todo ello contribuya a vuestro crecimiento en la fe en el Señor y a la vivencia de la misma», explicó. Además, felicitó al párroco, Eustaquio Camacho, por el empeño en la obra «los malos ratos que siempre se pasan con las obras y la ilusión que ha puesto siempre en la obra que se estaba realizando».
«Para que sea realmente una comunidad viva es necesario que cada uno de sus miembros sepamos cumplir también con la tarea que tenemos de evangelizar»
En sus palabras, el obispo insistió en la importancia de la comunidad y del camino de la fe, mucho más allá de la obra, que debe ser motivación para reflexionar sobre el significado de la parroquia: «Debe ser la parroquia ese ámbito cercano, entrañable, acogedor y querido por todos sus miembros, especialmente donde los pobres y necesitados y marginados se sientan acogidos de todas y sientan realmente que el trato en la parroquia es otro distinto del que recibe en la sociedad».
«Para que sea realmente una comunidad viva es necesario que cada uno de sus miembros sepamos cumplir también con la tarea que tenemos de evangelizar y de vivir nuestra fe, de ser testigos de la fe en Jesús y que los demás, también viendo nuestras buenas obras, se animen a vivir de esa misma fe», insistió.
Comparó el templo con la parroquia, y ésta con una familia en la que «cada uno de los miembros aporta aquello que debe, aquello que tiene». A continuación, invitó a la comunidad a ser misionera, a salir de la comodidad para llevar el mensaje del Señor a todos los que se han apartado de su camino o, incluso, no lo conocen.
«Que nos ayude también el Señor a hacerla después vida y hacerla realidad en la vida de cada uno de nosotros, de tal manera que todos seamos los unos para los otros, ánimo e ilusión y acicate también para vivir nuestra fe, de tal manera que con nuestra vida y con nuestra vivencia, demostremos ante los que dudan o no creen que realmente merece la pena creer», concluyó.
La Dedicación
Después de la homilía, el obispo colocó una reliquia de Santo Tomás de Villanueva traída de Valencia en el interior del altar, rezando la oración de dedicación. Posteriormente, lo ungió con el Santo Crisma, convirtiéndolo en símbolo de Cristo (por esto se hace una reverencia al pasar por delante de cualquier altar). Del mismo modo, ungió las paredes de la iglesia que, junto al altar, fueron incensadas. Antes de revestir el altar, se quemó incienso sobre él, expresando que el sacrificio de Cristo que se celebrará sube hasta Dios, así cómo las oraciones de toda la Iglesia.
Una vez se celebraron estos ritos, se iluminó el altar junto a todo el templo —que hasta este momento, se mantuvo con una luz tenue— y comenzó la liturgia eucarística que concluyó con el traslado del Santísimo al sagrario.
El agradecimiento a toda la comunidad
Antes de la bendición del obispo, Eustaquio Camacho dio las gracias a toda la comunidad y a todos los que han estado implicados en la construcción de la iglesia. Especialmente, agradeció a la comunidad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados la cesión de su capilla durante años mientras se realizaba la obra.
Invitó a toda la comunidad a meditar sobre la reflexión del obispo, para que el templo construido sea expresión de la comunidad y que, cada cristiano, verdadero templo de Dios, sea evangelizador y misionero: «Igual que esta parroquia ha respondido al reto de realizar este templo, no por capricho, sino porque era muy necesario, que también respondamos a este otro reto de hacer una comunidad evangelizadora».