El pasado sábado 19 de noviembre, más de mil ochocientos niños acompañados por más de doscientos voluntarios llenaron las calles de Tomelloso para festejar el trabajo misionero, rezar y jugar. Se trató del encuentro de Infancia Misionera de la diócesis, que en esta ocasión celebraba la decimosegunda edición, la primera después de la pandemia.
«Nos ha sorprendido la respuesta porque teníamos muchas dudas y no sabíamos cómo, después de dos años de parón a causa de la pandemia, podía responder la gente», explica Damián Díaz Ortiz, delegado de Misiones de la diócesis, satisfecho con el número de niños participantes.
La jornada comenzó por la mañana en la Plaza de España de Tomelloso, donde tuvo lugar la acogida y la oración de la multitud de niños. Después salieron caminando a la ciudad deportiva, donde las actividades se dividieron por continentes. Con los talleres misioneros los niños jugaron y aprendieron sobre distintas situaciones en los países y sobre la ayuda de los misioneros, reflexionando sobre las minas antipersona o los refugiados. Un espectáculo con canciones de los Cantajuegos cerró el trabajo de la mañana, justo antes de la misa, que presidió el vicario de pastoral, Luis Eduardo Molina Valverde.
«Nos ha sorprendido la respuesta porque teníamos muchas dudas y no sabíamos cómo, después de dos años de parón a causa de la pandemia, podía responder la gente»
El vicario invitó a los niños a reflexionar por la fiesta de Jesucristo, rey del universo explicando que el tiempo «no es ni un problema ni una solución, sino una oportunidad. […] Escogemos cómo lo invertimos: cómo nos invertimos a nosotros mismos para que lo que somos tenga consistencia». Con esta idea explicó cómo el buen y el mal ladrón invirtieron su tiempo de manera distinta cuando estaban en la cruz al lado de Jesús. Y Jesús concedió al buen ladrón palabras de amor. Con un lenguaje adaptado a los más pequeños, Molina enseñó a los niños cómo la realeza de Cristo, que recapitula todo en su corazón, nos convierte a todos en realeza, dándonos poder de acoger la esperanza y que nuestro tiempo sea un lugar para el encuentro con Dios».
Por su parte, el delegado de Misiones valora la buena respuesta de los niños y la acogida por parte de las parroquias tomelloseras, así como de las instituciones. «Estamos muy contentos y dispuestos a continuar realizando estos encuentros de Infancia Misionera. El año que viene volveremos a ir a otro sitio donde puedan acoger a un grupo tan numeroso como hemos tenido este año, como los que hemos tenido en los últimos años con más de dos mil niños», dijo.