Cruzamiento de caballeros de las Órdenes Militares en la catedral

En la tarde del pasado domingo 4 de junio, en la catedral de Ciudad Real, se celebró el cruzamiento y toma de hábito de caballeros de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa.

La celebración, en el domingo de la Santísima Trinidad, estuvo presidida por el obispo prior, don Gerardo Melgar Viciosa, con la presencia de don Pedro de Borbón Dos Sicilias y de Orleans, presidente del Real Consejo de las Órdenes Militares.

En la eucaristía, celebrada al principio de la ceremonia, don Gerardo hizo referencia a la celebración de la Santísima Trinidad, «un misterio de amor, una comunidad de amor de las tres personas y la manifestación del amor a los hombres, del Padre, del Hijo y del Espíritu».

Habló del Padre como un «Padre bueno y misericordioso capaz de compadecerse de nuestras miserias y pecados». Así nos lo reveló el Hijo encarnado, «que entregó su vida en la cruz por nuestra salvación». Ambos, envían al Espíritu «para que nos enseñe todo lo que el Hijo había ido enseñándonos en su mensaje y nos dé la gracia y la fuerza para vivir como hijos de Dios y ser nosotros los comunicadores de nuestra vida de amor a Dios y a todos los seres humanos».

Pidió a todos ser comunicadores del amor trinitario como extensión del amor que se comunica en la Trinidad y que se nos ha regalado: «Pidamos, queridos hermanos, al Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu que, creyendo en su gran amor a nosotros y al mundo, nos sintamos también cada uno de nosotros llamados a comunicar este mismo amor a los demás y a ser testigos ante el mundo del gran amor que Dios nos tiene a todos».

La ceremonia de cruzamiento y toma de hábito

«Su Majestad el Rey, Gran Maestre y Administrador Perpetuo por Autoridad Apostólica, se ha dignado conceder la merced de Hábito y ordena armar caballeros de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa a…» Así comenzó la segunda parte de la celebración, una vez terminó la misa, con el anuncio de todos los neófitos que iban a ser cruzados caballeros.

El obispo bendijo las espadas que se utilizaron para el cruzamiento, así como los hábitos de las órdenes con los que serían revestidos. Primero, se cruzaron los caballeros de la Orden de Santiago y, a continuación, las órdenes de Alcántara, Calatrava y Montesa.

Los caballeros, una vez cruzados, entregaban al obispo un pañuelo simbolizando el desprendimiento que hacen de su vida anterior, mientras don Gerardo los bendecía diciendo: «Que Dios te despoje del hombre viejo con todos sus actos y que te vista del hombre nuevo que ha sido creado en justicia, en santidad y en verdad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». Después, sus padrinos en la ceremonia los revestían con el hábito de la orden.

Al final de la celebración, el obispo se dirigió a los nuevos caballeros para desearles que «aquello que han prometido que es, en definitiva, luchar por el bien y luchar para que el mal no impere en este mundo, que sean capaces de llevarlo adelante. Para ello contamos siempre con la ayuda del Señor y de su madre, la Virgen María». Con el canto de la salve concluyó la ceremonia.