Juan de Dios Martín Ramírez es laico, antiguo delegado de Apostolado Seglar en nuestra diócesis y miembro de Acción Católica. En esta Jornada del Apostolado Seglar y de la Acción Católica que se celebra en Pentecostés, nos explica esta realidad lanzando algunas preguntas para el futuro y advirtiendo del posible error de contraponer «laico» e «Iglesia».
De las cuatro notas que el Decreto sobre el apostolado de los seglares (Apostolicam Actuositatem, 20) fija para la Acción Católica: eclesialidad, protagonismo de los laicos, unidos a modo de cuerpo orgánico y bajo la dirección de la jerarquía; la primera y la cuarta determinan su carisma.
La eclesialidad engloba los tres objetivos esenciales de la Iglesia: evangelizar, santificar y formar cristianos adultos.
La cuarta nota «bajo la dirección de la jerarquía» hace alusión a la estrecha unión que existe entre la Acción Católica y el Ministerio Pastoral, todo ello sin coartar la iniciativa de los laicos.
Desde hace años, la Acción Católica General inició una reflexión que se ha hecho realidad sobre cuatro retos o referencias que todos sus asociados tienen presentes como objetivo para la evangelización:
— En primer lugar nos planteamos cómo construir parroquias en actitud de salida. El papa Francisco nos invita a soñar con «una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que los estilos y toda la estructura eclesial, se convierta en cauce adecuado para la evangelización del mundo más que para la autopreservación». Que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida. La dificultad estriba en cómo llevarla a la práctica, pues la diversidad de realidades parroquiales es amplísima, siendo el desafío afrontar esta reconversión pastoral en una sociedad cada vez más secularizada.
— En segundo lugar, esta reconversión requiere un paso al frente por parte de los laicos de nuestras parroquias. Sin un laicado (no digo laico individualmente) que asuma ese papel evangelizador es imposible que las estructuras parroquiales se orienten hacia la misión. Cuando los laicos entendamos nuestra vida en clave vocacional y vivamos nuestra fe con plenitud, podrá superarse el clericalismo y tendremos claro el sentido de lo que significa la corresponsabilidad de las acciones pastorales.
— En tercer lugar, si hablamos de «salida» y de «laicado» nos dirigimos hacia un lugar de presencia: la vida pública. Hemos de saber dialogar con la increencia y ser capaces de construir, junto con personas alejadas de la Iglesia, la «civilización del amor», sin ocultar que es Dios quien nos mueve.
— Por último, la Acción Católica General nos invita a caminar juntos. Laicos de parroquias diferentes que quieren discernir comunitariamente, junto con nuestros obispos y párrocos sobre los retos que hemos de afrontar para renovar nuestras comunidades.
Finalmente, indicar una cuestión, que me parece importante destacar, y es que en la Acción Católica General hemos aprendido que contraponer «laico» e «Iglesia», como si fueran dos realidades distintas, se debe a una falsa comprensión de lo que significa la Iglesia. Pero sí que entendemos como correcto y adecuado el que nos podamos preguntar: qué esperan los laicos del ministerio pastoral y de los religiosos, o qué espera el ministerio pastoral y los religiosos de los laicos. Así es la Iglesia.
Por Juan de Dios Martín Ramírez