En Pentecostés, como cada año, celebramos la jornada de los laicos. El delegado diocesano de Apostolado Seglar, Juan Manuel García de la Camacha, nos habla del sentido de este día y nos anima a abrir procesos de reflexión para discernir qué modelo de Iglesia y evangelización queremos para el futuro.
Como cada año, finalizamos el tiempo Pascual con la celebración de la solemnidad de Pentecostés. Esta misma jornada la Iglesia española conmemora el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Que se celebre todos los años, no quiere decir que siempre sea igual; que sea rutinario. La novedad del evangelio hace que los católicos lo vivamos con frescura, con energías renovadas y con la mirada puesta en un futuro que se antoja apasionante en compañía de Jesucristo.
Para la jornada de este año, se ha escogido el lema Juntos anunciamos lo que vivimos; no puede ser de otra forma. De esta manera se nos invita a todos los bautizados a tomar conciencia de la importancia de anunciar el evangelio y a Jesucristo mismo, a toda la humanidad, no solo con palabras, sino con obras. Quiero resaltar de este lema la palabra «juntos», ya que la misión evangelizadora es de todos según nuestra vocación. La palabra «sinodalidad», tan usada en los últimos años, nos ha abierto los ojos y la mente en este sentido. Es en esta clave en la que debe desarrollarse toda nuestra labor.
En el proceso de discernimiento sinodal en el que aún estamos inmersos, si algo se ha evidenciado es la prioridad de relanzar el itinerario del Primer Anuncio, que ya se trabajó en el Congreso Nacional de Laicos en 2020.
En el momento actual se impone que nuestra labor parroquial y pastoral se encamine en este sentido y establezca como núcleo de su labor la de presentar la persona de Jesucristo, en un mundo en el que se vive al margen de Dios. Con la ayuda del Espíritu Santo, es de vital importancia que se comience en nuestras parroquias, grupos parroquiales de todo tipo, movimientos y asociaciones, un proceso de reflexión sobre qué tipo de modelo queremos para el futuro y no tengamos miedo en transformar nuestra realidad según los objetivos que queramos conseguir. Una Iglesia de mantenimiento está abocada a la extinción. De nuestra palabra y nuestro testimonio dependerá «que el mundo crea».
Jugando con el lema de este año, podemos decir que «juntos anunciamos lo que vivimos», pero también podríamos decir que «juntos vivimos lo que anunciamos». Nuestra fe crece cuando la hacemos vida y nuestra vida es más completa en la medida en que la fe se vuelve más intensa.
¡Qué gozo tener la suerte de poder experimentar y vivir en Dios y para Dios! ¡Feliz Pentecostés para todos!
Por Juan Manuel García de la Camacha