Sigue habiendo tantos pies que lavar

En los oficios del Jueves Santo se recuerda cada año el gesto de Jesús con los apóstoles antes de la Última Cena, el lavatorio de los pies. El autor nos invita a ser conscientes de que «tenemos que lavar los pies a los demás, sobre todo a quienes llegan por los caminos con los pies sucios y polvorientos».

Sin duda, una de las imágenes más explícitas de la celebración del Jueves Santo, es el lavatorio de los pies, este gesto es un ejercicio de abajamiento absoluto. La costumbre, entre los judíos, era lavar los pies a los invitados a la casa. Una tarea propia de esclavos y sirvientes. Y si este hecho lo hace quien es considerado el anfitrión, llama poderosamente la atención. Pedro se enoja y protesta por este gesto de Jesús ¿Cómo vas a lavarme tú, Señor, los pies? ¡Eso no puede ser! Pues sí. Sí puede ser y debe ser. Jesús le recuerda a Pedro que lo que ha hecho es la imagen del servicio y del amor.

No hay más opciones. No hay atajos para los seguidores de Jesús. Los primeros que lo vieron fueron los discípulos. Ahora lo vemos nosotros cada Jueves Santo.

«Lavar los pies es servir agachándonos. Es hacernos más pequeños»

No es, por tanto, un recuerdo del gesto de Jesús, no. Es la actualización y la renovación que el sacerdote, en nombre de toda la comunidad, hace para que seamos conscientes de que tenemos que lavar los pies a los demás, sobre todo a quienes llegan por los caminos con los pies sucios y polvorientos. Lavar los pies es servir agachándonos. Es hacernos más pequeños.

Y ¿cómo podemos lavar los pies? Podemos hacerlo literalmente en aquellos lugares donde residen personas con dificultades o con los enfermos que tenemos cerca, pero también podemos hacerlo siendo luz para los demás o eliminando prejuicios que oprimen y desatando cadenas que aprisionan.

Y así, después de que Jesús lavara los pies a sus amigos, se sentaron a la mesa a cenar. Una cena diferente porque escucharon la explicación de aquel escandaloso gesto. «También vosotros debéis lavaros los pies unos a los otros». En definitiva; debéis estar prestos a serviros unos a otros.

Jueves Santo: lavatorio y cena del Señor. Jueves Santo: servicio y mesa compartida.
 
Por Ángel Ruiz-Moyano de la Torre