La última tanda de las quintas convivencias para matrimonios con el obispo se celebró ayer, domingo 26 de marzo, en el Seminario. Reunió a veintinueve familias, sumando ciento veintidós parejas las que han participado este año en los encuentros.
Como en fechas anteriores, la mañana se dedicó a la reflexión sobre la vida, la familia y la relación con Dios. Una pausa para cada miembro de la pareja que puede hacerse preguntas para pensar sobre aspectos de la vida que se pueden dejar de lado por otras urgencias.
Después de la reflexión, el obispo, don Gerardo Melgar, ayuda a los participantes a hacer un examen de conciencia para participar en el sacramento de la confesión al final de la mañana.
Después de la comida, la primera parte de la tarde se dedica al diálogo entre los esposos, que revisan su vida conyugal y familiar. Este encuentro en pareja sirve para que el matrimonio continúe ahondando en el conocimiento mutuo, mejorando la convivencia y descubriendo los aspectos buenos que hay en la vida matrimonial y familiar para seguir cultivándolos. En la conversación de la pareja también surgen vivencias negativas, llamadas de atención para que el matrimonio mejore su relación. Al final del diálogo, los esposos se plantean algunos aspectos en los que avanzar, a modo de proyecto, o algunos aspectos que consideren que tienen que cambiar.
La convivencia concluye con la misa, en la que las parejas renuevan las promesas matrimoniales, recordando el día de su matrimonio. Al final de la eucaristía, dieron las gracias a Dios por todo lo vivido durante el día y por sus años de unión conyugal.
En la homilía, don Gerardo se refirió al evangelio de la resurrección de Lázaro que se proclamaba este domingo. Habló de la esperanza en la resurrección radicada en la persona de Jesús, «el agua que salta hasta la vida eterna». Invitó a las familias a vivir según los criterios de Cristo, cada uno desde su estado, como casados, como hijos, como padres.
Terminó pidiendo al Señor su ayuda para «vivir desde esta luz que es Cristo, desde esta agua que salta hasta la vida eterna y desde esta esperanza de que un día también a nosotros nos dará y nos dirá: Venid, benditos de mi Padre, porque en vuestra vida habéis tratado de vivir de acuerdo con mi mensaje».
Las convivencias de matrimonios con el obispo se celebran desde el año 2017, solo interrumpidas por los años de pandemia.