Ponerse en camino

Hace unos años, el aire de la época parecía movilizar a las personas hacia las grandes causas: la justicia, la igualdad… En nombre de los grandes valores se aceptaban enormes sacrificios, que eran admirados y reconocidos públicamente. Hoy podríamos preguntar qué queda de aquel antiguo atractivo de los valores con capacidad para movilizarnos más allá de nuestra comodidad y de nuestros intereses.

En tiempos de incertidumbre y dudas, muchos buscan puntos de apoyo inmóviles que les proporcionen identidad. Cuando aparece la conciencia de nuestras limitaciones, muchos reclaman refugios de seguridad inmediata. Mucha gente solo se moviliza hoy por lo que les ofrece tranquilidad, por las cosas que se presentan como un plazo de supervivencia.

Y en este contexto, ¿puede un joven preguntarse si su vocación será el sacerdocio? Cuando no hay grandes causas que movilizan, cuando lo que se valora es la identidad a golpe de emociones y la seguridad a plazos, ¿qué puede hacer que alguien se levante y dé un paso adelante?

Nuestros seminaristas tienen una respuesta directa a esa pregunta. Lo que les moviliza no es una causa, sino una persona: Jesús. En Jesús han encontrado las respuestas a las grandes cuestiones del corazón, de Él reciben la fortaleza que vence sus miedos, por Él acogen la luz que disipa las tinieblas de sus cegueras… Confían en Jesús, que puede aportar al mundo libertad, alegría y vida, y quieren compartir su misión de llevar el Evangelio que salva.

El Día del Seminario trae un único y sencillo mensaje a toda la Iglesia: lo que nos moviliza es Jesús, y solo Él. No atrae dedicarse a construir una civilización superior que no llega; no atrae empeñarse en desempolvar otras conquistas que no llenan; no atrae la ingenuidad de concentrarse en lo propio sin mirar a los lados.

Solo Jesús nos pone en camino; Él es el camino. A los cristianos ni nos movilizan los líderes ni nos paralizan los miedos, ni necesitamos ponernos detrás de ninguna estela ni nos preocupan las dificultades o los errores… Nos levanta Jesús y nos pone en camino.

El Día del Seminario propone a la Iglesia una promesa, una esperanza y una mirada al presente, para agradecer su preocupación y colaboración con el Seminario. Una promesa: de los seminaristas de hoy saldrán los futuros sacerdotes de nuestra Diócesis. Una esperanza: otros jóvenes responderán a Jesús y se unirán a los que hoy están en el Seminario para compartir su misión. Y, finalmente, una mirada al presente: solo moviliza Jesús. Pongámonos en sus manos y sigamos confiadamente sus huellas.
 

Por Juan Serna Cruz
 
[Este artículo se publicó en el Semillero 2023]