La Cuaresma del ciclo A

En nuestra diócesis vamos a encontrar, durante la Cuaresma, algunas parroquias que tienen catecúmenos adultos que recibirán en la Vigilia Pascual, presidida por el obispo, los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Durante los domingos de Cuaresma, el delegado de Liturgia de la diócesis, Arcángel Moreno, nos habla de las lecturas que se proclamarán en este ciclo, especialmente destinadas al camino hacia el bautismo.

En nuestra diócesis vamos a encontrar, durante la Cuaresma, algunas parroquias que tienen catecúmenos adultos, es decir, adultos que recibirán en la Vigilia Pascual, presidida por nuestro obispo, los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía (los sacramentos de la Iniciación Cristiana).

Según la ordenación de los evangelios de los primeros siglos, para iluminar el último periodo de preparación de los catecúmenos antes de recibir los sacramentos, los domingos de Cuaresma contienen textos evangélicos que adquirían un claro sentido para acompañar la simbología de los signos sacramentales (fortaleza, comunión, agua, luz, vida).

Lo iremos viendo en estos comentarios. Los dos primeros domingos de Cuaresma son los comunes a los ciclos de Cuaresma. En este caso se trata del evangelio de las tentaciones de Jesús. El catecúmeno entra en la etapa próxima a la recepción de los sacramentos y se encuentra frente a su propia fragilidad. La tentación señala un camino para el que necesita fortaleza. No se esconde para ellos que el pecado es una realidad que está presente en la realidad. Las tentaciones suponen el reconocimiento humilde de la necesidad de la misericordia del Padre.

Es interesante ver cómo la Iglesia cuida el proceso y ora por todos aquellos que se acercan a la vida nueva a través del bautismo

Como bien sabemos, los catecúmenos no necesitan confesar antes de recibir los sacramentos, puesto que el bautismo borra su pecado. Pero existe un rito, que se puede recibir durante el Sábado Santo, que es la «unción con el óleo de los catecúmenos». Este óleo será bendecido por el obispo en la misa crismal y, ahora, en esta unción, manifiesta la petición a Dios de la fuerza necesaria para luchar contra el mal. El ritual dice «para que el poder de Cristo Salvador te fortalezca te ungimos con este óleo de salvación en el nombre el mismo Jesucristo».

En este momento la Iglesia no designa al catecúmeno con este nombre, se les llama «elegidos». Es Dios quien toma la iniciativa en la gracia que les dará y quien va a proveer de fuerzas a quienes en medio del mundo habrán de vivir como bautizados.

Es interesante ver cómo la Iglesia cuida el proceso y ora por todos aquellos que se acercan a la vida nueva a través del bautismo. Una realidad que hasta ahora ha sido muy excepcional, pero son cada vez más los adultos que piden entrar en el proceso de preparación para recibir los sacramentos de la Iniciación Cristiana.
 
Por Gerardo Melgar Viciosa