La segunda convivencia de sacerdotes de este curso se celebró los pasados 13 y 14 de febrero en el Seminario.
[Puedes ver un resumen de las palabras del obispo en la misa en este enlace]
En esta ocasión, la formación trató sobre los Retiros Emaús, con la ayuda de Juan Ignacio Apoita y Jesús Torres, dos laicos con una dilatada experiencia profesional y pastoral que ahora ayudan en los retiros en sus parroquias de Madrid.
La tarde de la primera jornada se dedicó a la presentación de los retiros, que continuó con el testimonio de los dos laicos. La mañana del martes se dedicó a la escucha de otro testimonio y al retiro de los sacerdotes. Una vez concluido, comenzó la misa, que presidió el obispo, don Gerardo Melgar.
Comenzó las palabras de la homilía refiriéndose a la casualidad de que las lecturas de la misa fueran vocacionales — «la mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies—, recordando las oraciones para pedir por las vocaciones sacerdotales que presidió la semana anterior.
«Cumplamos el deseo del Señor de pedir al dueño de la mies que envíe obreros a su mies que sigan haciendo presente a Cristo en las comunidades y en las parroquias como auténticos animadores de fe, para ellos y para todos nosotros»
Ante el envío de los sacerdotes a evangelizar, al hilo de las lecturas, don Gerardo explicó que se vive con impotencia el hecho de que parece que la evangelización no progresa, sino que «va para atrás». Además, «cada día somos menos los obreros que estamos dispuestos a ponernos por completo al servicio de Dios y de los hermanos», se lamentó, a la vez que advirtió de que Jesús avisó sobre esta situación: «Nos dice que nos envía como corderos en medio de lobos». Aun así, pidió «que las dificultades no nos desanimen nunca, porque Dios no nos deja. Jesús está siempre con nosotros».
En este sentido, siguió animando a los sacerdotes a rezar para que se mantenga el «ardor pastoral», advirtiendo que no siempre es fácil continuar con ilusión, pero todos necesitan de Dios.
De nuevo, insistió en la necesidad de vocaciones, que «son fruto de la llamada de Dios y del apoyo de las familias, del testimonio que demos los sacerdotes y de la valoración que, de la tarea del sacerdote, hacen las comunidades cristianas. Son fruto de la llamada de Dios».
Para que los jóvenes se sientan interpelados, es vital el ejemplo de los sacerdotes: «Además de rezar para que el Señor llame a personas concretas a su servicio y al servicio de las comunidades, es muy importante que los que somos sacerdotes animemos […] sobre todo con nuestra vida, con nuestro modelo, con nuestro ejemplo», dejando claro que «merece la pena vivir la vida entregándola por el Señor y por los hermanos», dijo.
«Cumplamos el deseo del Señor de pedir al dueño de la mies que envíe obreros a su mies que sigan haciendo presente a Cristo en las comunidades y en las parroquias como auténticos animadores de fe, para ellos y para todos nosotros», concluyó.
Después la misa, la convivencia terminó con la habitual comida de todos los sacerdotes en el Seminario.