El pasado 26 de noviembre, se celebró entre Alarcos y Ciudad Real la vigésimo tercera Marcha de Adviento, organizada por la Delegación de Pastoral de Juventud de la diócesis.
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Uno de los momentos centrales de esta actividad es el camino que hacen los jóvenes. Este año partieron desde el santuario de Alarcos hasta el Seminario, donde llegaron para la comida y el inicio de los talleres de la tarde.
Todas las actividades trataron sobre la belleza —la marcha se tituló La belleza que buscas—, y con los talleres de la tarde en el Seminario los jóvenes reflexionaron sobre la belleza, pero encontrándola en aquellos lugares o circunstancias en los que es difícil apreciarla: la belleza en el fracaso, la belleza de la humildad o la belleza del perdón. Durante toda la tarde varios sacerdotes estuvieron disponibles para confesar a los participantes en el Seminario.
La Vigilia
Después de la cena fue el momento de la vigilia, lo más esperado por los jóvenes en cada marcha de Adviento. Presidida por el obispo, los cerca de quinientos jóvenes participantes llenaron la catedral junto a otros fieles que acudieron a la cita. Se ofrecieron reflexiones sobre la belleza utilizando el retablo, iluminándolo con proyecciones y recorriendo la vida de María a través de las escenas. La oración comenzó con unas preguntas «¿De dónde crees que nace la belleza? ¿Y la sed que sientes por alcanzarla? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su origen? ¿Por qué no puedes quitártela de la cabeza?». De este modo empezó la vigilia, con dos momentos centrales: la lectura de la Palabra —el Magníficat— y la exposición del Santísimo.
«¿De dónde crees que nace la belleza? ¿Y la sed que sientes por alcanzarla? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su origen? ¿Por qué no puedes quitártela de la cabeza?»
Después de la proclamación del Evangelio, don Gerardo Melgar se dirigió a los jóvenes hablando sobre la belleza y mostrando a María como el mejor modelo de seguimiento a Dios.
«Todos durante todo el día habéis descubierto y disfrutado de la belleza de tantas cosas y de tantas experiencias bellas», comenzó el obispo: «La belleza de la naturaleza; la belleza de vuestra amistad joven, compartida; la belleza del diálogo entre vosotros, la belleza de compartir vuestras ilusiones, dificultades y problemas, la belleza de vuestra fe compartida y comunicada». Desde todas estas «bellezas», dijo, hay una «belleza por excelencia, el amor de Dios encarnado en su Hijo, que nos muestra la belleza de su amor por todos y cada uno de nosotros».
Al contemplar esta «belleza de la encarnación», la Virgen María aparece como un personaje protagonista pronunciando «ese sí generoso, lleno de disponibilidad». Además, siguió explicando, la Virgen continúa pronunciando ese sí durante toda la vida: en el nacimiento, en la presentación de Jesús en el templo, cuando Herodes busca al niño y tiene que emigrar a Egipto, cuando lo persiguen y lo condenan, camino del Calvario. Todos estos son hitos en la vida de Jesús a los que María responde con un «hágase» confiado, poniendo toda su historia en las manos de Dios.
«¿Qué está significando Dios en mi vida? Porque Dios también tiene un plan para cada uno de nosotros y todos nos tenemos que sentir llamados por él, cada uno por su camino»
Don Gerardo insistió en presentar a María como «la que nos muestra la belleza», pero siendo a la vez un ejemplo de vida y de entrega bello. Su actitud confiada en las manos de Dios muestra además la belleza del servicio a los demás, «estuvo siempre al servicio de las personas que la necesitaban. Sabía que su prima Isabel iba a dar a luz y, corriendo por las montañas, se presenta allí sin darse ninguna importancia». Otro ejemplo de servicio al que se refirió el obispo son las Bodas de Caná, cuando María es la que da la orden a los sirvientes confiando en lo que hará su Hijo. Además, cuando Cristo muere, ella acompaña a los discípulos, está a su lado en los momentos más difíciles.
Ante este ejemplo de generosidad, confianza y servicio de María, don Gerardo invitó a los jóvenes a hacerse una pregunta en el tiempo de Adviento: «¿Qué está significando Dios en mi vida? Porque Dios también tiene un plan para cada uno de nosotros y todos nos tenemos que sentir llamados por él, cada uno por su camino». Además, al contemplar toda la realidad con ojos religiosos y vocacionados, los jóvenes tienen que preguntarse si responden a lo que Dios les pide o cómo responden a aquellas personas que los acompañan en su vida, «muchas de ellas necesitadas de una sonrisa». «¿Cómo estoy respondiendo a esta gran belleza que es estar al servicio de los demás?», cuestionó.
«Podemos decir clarísimamente que hemos recibido la salvación, que Dios está con nosotros y que el Hijo de Dios se ha hecho hombre precisamente para que nosotros nos queramos entre nosotros y, queriéndonos juntos, seamos capaces de amar a Dios y de amar a todos aquellos que nos puedan estar necesitando»
«Si amamos a Dios, amamos a los hermanos», esos son los dos grandes amores que concretan nuestra fe, dijo don Gerardo, como consecuencia del encuentro con Dios y la gracia de tener el ejemplo de la vida de la Virgen María. «Podemos decir clarísimamente que hemos recibido la salvación, que Dios está con nosotros y que el Hijo de Dios se ha hecho hombre precisamente para que nosotros nos queramos entre nosotros y, queriéndonos juntos, seamos capaces de amar a Dios y de amar a todos aquellos que nos puedan estar necesitando», concluyó.
Después de las palabras del obispo, la oración continuó ante el Santísimo, que en este momento de la celebración se expuso sobre el altar. Una reflexión sobre los magos de Oriente ayudó a los jóvenes a rezar adorando al Señor. «Dejándose atraer por la belleza se transformaron en peregrinos. En personas que saben que la vida tiene una meta, y que cada etapa, las fáciles y las difíciles, son un paso hacia ella», decían parte de las palabras sobre los magos. Después, el templo se llenó con el silencio de la adoración. Durante unos minutos, los participantes pudieron ofrecer al Señor el trabajo de todo el día, la reflexión sobre la belleza y preguntarse, al hilo de las palabras que el obispo les dirigió, cómo están respondiendo a la llamada de Dios en su vida.
Al final de la vigilia, justo antes de la bendición de don Gerardo, el delegado de Pastoral de Juventud, José Felipe Fernández, se dirigió a todos para agradecer la ayuda en la celebración de la Marcha. Dio las gracias al obispo por «su presencia, su acompañamiento y sus palabras en este día tan importante para la delegación de jóvenes y para todos los jóvenes de Ciudad Real». Del mismo modo, agradeció el trabajo del equipo de la delegación y de las parroquias de Ciudad Real, de los jóvenes que colaboraron en talleres y de todos los que «hacen que la marcha sea la marcha de Adviento de toda la diócesis de Ciudad Real, y no solamente de un pequeño grupo».
Para concluir, dio las gracias los jóvenes «por seguir apostando por la belleza de Dios, por seguir apostando, por acercaros a Jesucristo con esa sinceridad de corazón» y les invitó a compartir «lo que habéis visto y oído».
La vigésimo tercera Marcha de Adviento
Esta ha sido la marcha de Adviento vigésimo tercera, una actividad que no se interrumpió en la pandemia, al poder organizar un encuentro virtual con distintas marchas y caminos en varias localidades. El delegado de jóvenes en la diócesis se alegra de cómo se ha llevado a cabo la marcha, «primero por el hecho en sí de la marcha, por la respuesta de la gente, de los jóvenes en nuestras parroquias y por su presencia en esos dos lugares emblemáticos para todos: el Seminario y la catedral».