El pasado 7 de mayo, después de dos años aplazada por la pandemia, se celebró la coronación pontificia de la Inmaculada Concepción, patrona de Herencia.
El acto se celebró en una eucaristía presidida por el obispo de Ciudad Real, don Gerardo Melgar, en la plaza de España de Herencia llena con más de mil setecientas personas entre las que se encontraban representantes de más de setenta hermandades de la diócesis de Ciudad Real, Toledo y Cuenca. Asimismo, en la misa concelebraron veinte sacerdotes, algunos naturales de Herencia y otros que desarrollaron allí su labor pastoral; el vicario de pastoral, Luis Eduardo Molina, y los párrocos actuales, Julián Martín y Alberto Domínguez.
En la homilía, justo antes del acto de la coronación, el obispo recordó la historia mariana, y particularmente inmaculista, del pueblo herenciano: «No se podría entender la historia de Herencia sin la referencia a la Inmaculada. La primera parroquia ya tenía como titular a la Inmaculada, al igual que la ermita y el hospital», dijo, citando después otros momentos históricos relevantes en Herencia: el nombramiento de patronaI, la consagración del pueblo a la Inmaculada en el siglo XX y el jubileo del año 2010 que concedió el papa Francisco. El último hito que citó fue precisamente el 7 de mayo de 2022, la coronación canónica pontificia: «Va a suponer una auténtica explosión de devoción a la Virgen Inmaculada por parte de todos los fieles de esta comunidad cristiana de Herencia».
«En el corazón y en la vida de cada uno de vosotros hierve hoy con una fuerza especial la devoción a María Inmaculada. Por eso, la corona con la que vamos a coronarla se ha elaborado con la colaboración de todos los vecinos del pueblo que, de una forma u otra, habéis ofrecido algo de lo vuestro, joyas y dinero, para que la mejor reina fuera coronada como tal, como vuestra reina», explicó el obispo, destacando el esfuerzo del pueblo que quiso donar sus propios legados para que quedarán siempre en la corona de la Inmaculada.
«En el corazón y en la vida de cada uno de vosotros hierve hoy con una fuerza especial la devoción a María Inmaculada»
El reconocimiento de la Virgen como reina por parte del pueblo y de la Iglesia debe llevar, dijo don Gerardo, a un «compromiso de reconocer y valorar su presencia y su reinado entre nosotros, el compromiso de que la devoción, el fervor y el amor» a la Virgen no decaiga, sino que vaya en aumento tanto en «intensidad como en autenticidad».
Además del reconocimiento y compromiso, invitó a toda la comunidad al agradecimiento «por las muchas gracias que su coronación va a reportar a nuestra vida cristiana; agradecerle los muchos beneficios, que a través de ella, como madre de Dios y madre nuestra, vamos a recibir cuantos acudamos a ella y cuantos sigamos poniéndonos bajo su manto, consuelo y protección». Dio gracias por la presencia de María en las familias, por su intercesión para que los cristianos sean «buenos hijos» y por su protección «como la madre que está siempre a la cabecera de su hijo enfermo para que mejore de su enfermedad». También agradeció que la Virgen sea modelo cristiano, imagen del perfecto discípulo que ayuda a los hijos cuando la fe flaquea: «Porque cuando nos hemos sentido desanimados; cuando hemos sentido la debilidad de nuestra fe, te hemos mirado y nos hemos parado a rezarte, a expresarte nuestras angustias y tristezas, nuestras necesidades y esperanzas, nuestros dolores y necesidades y nos hemos sentido escuchados, socorridos y consolados».
«Queremos —pidió—, Virgen Inmaculada, poniéndonos bajo tu amparo y protección, que sigas cubriéndonos con tu manto, librándonos de todos los males que nos acosan en nuestra vida cristiana y nos enseñes a decir sí a lo que Dios nos proponga, como tú lo hiciste con los planes que Dios te propuso».
El obispo continuó haciendo una llamada a la centralidad de Dios en la vida, tomando el ejemplo de la Virgen María y pidiendo su ayuda para que Dios «ocupe el lugar que le debe corresponder en nuestra vida». De este modo, la coronación de la patrona es, tal y como insistió, un momento intenso para renovar la vida cristiana.
Además, la madre hace que se dé importancia a la familia. En la celebración de una devoción que se ha explicado de generación en generación en Herencia, don Gerardo recordó a los antepasados: «El testimonio de su valoración y de su devoción a ella que nos transmitieron a nosotros, ha sido y sigue siendo un estímulo para querer mucho a nuestra madre del cielo». Por eso terminó sus palabras haciendo una llamada al compromiso de los herencianos para transmitir «a nuestros hijos, a nuestras familias, a nuestros vecinos y a todos cuantos nos encontremos en nuestro caminar por la vida, la importancia de la devoción a la Inmaculada, de tal manera que ellos también la tengan como madre que se preocupa por ellos, que intercede por sus necesidades ante su Hijo y que los acoge bajo su manto como la madre que los ayuda y consuela», concluyó.
«Queremos, Virgen Inmaculada, poniéndonos bajo tu amparo y protección, que sigas cubriéndonos con tu manto»
Justo después de las palabras de don Gerardo llegó el momento de la coronación. El canciller de la diócesis, Juan Carlos Fernández de Simón, leyó el decreto de la coronación; los párrocos de Herencia, Julián Martín y Alberto Domínguez, llevaron la corona como ofrenda al altar y el obispo la bendijo, justo antes de colocarla sobre la imagen de la Inmaculada en medio de la emoción de los más de mil setecientos fieles que llenaron la plaza de España. Con este acto se reconoce el reinado espiritual de la Inmaculada Concepción sobre los cristianos, llamándolos a vivir aprendiendo de la madre para el seguimiento de Cristo, quien desveló su reinado desde el servicio, expresando su realeza en la cruz. De este modo, desde el reconocimiento del reinado de María, se expresa el dogma de la maternidad divina, reina por ser la madre de Dios.
Después de la misa, la imagen de la Inmaculada recorrió las calles del pueblo que, como en todo el proceso de preparación a la coronación durante los últimos años, se volcó en mostrar con detalles la devoción en la Virgen, decorando las casas y las calles y mostrando la alegría por un momento histórico para toda Herencia.