El pasado 25 de marzo, el papa Francisco convocó a toda la Iglesia para una oración por la paz en Ucrania. Nuestra diócesis se unió a la convocatoria con una oración que presidió el obispo, don Gerardo Melgar, en la catedral. La plegaria comenzó con la exposición del Santísimo a las cinco de la tarde y concluyó con la misa de ocho, en la solemnidad de la Anunciación del Señor.
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De este modo, en un día en el que la Iglesia reza especialmente por la vida, en la Anunciación, la oración se intensificó para pedir la paz en Ucrania, que sufre la guerra desde el ataque ruso del pasado 24 de febrero.
Durante toda la oración, varios sacerdotes estuvieron disponibles para la confesión en el templo.
A las seis y media, don Gerardo pronunció la oración de consagración de «nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania» al corazón inmaculado de la Virgen María. De este modo, nuestra Iglesia se unió a la oración que pronunció el papa Francisco en San Pedro del Vaticano, pidiendo a la Virgen su intercesión para que «el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas».
«Estamos en un momento de grave peligro para la vida humana, y nosotros como creyentes debemos cuidar y reclamar que nadie tiene derecho a quitar la vida, ni la suya ni la de otros, y que ningún parlamento tiene capacidad para legislar la autorización como un derecho»
«Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz», rezó don Gerardo mirando a la imagen de la Virgen del Prado en la catedral. Después de la oración, ofreció un centro floral que quedó en el altar para la celebración de la misa.
En la eucaristía en la solemnidad de la Anunciación del Señor se reza especialmente por el cuidado de la vida, y así fue también este año, intensificando esta petición para preservar la vida humana en todas sus etapas con la petición concreta de la paz.
El obispo, en la homilía, denunció las leyes que permiten el aborto y la eutanasia, enfatizando la necesidad de permitir la objeción de conciencia sobre estos temas a los profesionales de la salud. «Estamos en un momento de grave peligro para la vida humana, y nosotros como creyentes debemos cuidar y reclamar que nadie tiene derecho a quitar la vida, ni la suya ni la de otros, y que ningún parlamento tiene capacidad para legislar la autorización como un derecho» a quitar la vida, dijo don Gerardo. En este sentido, pidió a todos «expresar nuestra repulsa y desacuerdo [...] reclamando la abolición de las leyes injustas y de la cultura de muerte y reclamando la existencia de unas leyes que protejan la vida».
Sobre la objeción de conciencia, don Gerardo dijo que «es un sinsentido que desde las leyes no se permitaa los profesionales de la sanidad a cuidar la vida y ser fieles al juramento hipocrático y a las propias convicciones humanas, religiosas y morales».
Con la misa, concluyeron más de tres horas de oración intensa por la paz y la vida.