«Él se fijó en mí sin yo percibirlo»

Para el Día del Seminario escriben Gabriel, Miguel, Pedro Julián y Diego, cuatro seminaristas que celebran este día de San José el rito de admisión en el Seminario Diocesano. Aquí nos escribe Diego.

Me llamo Diego, tengo 23 años y soy de Manzanares, de la parroquia de la Asunción de Ntra. Sra. Actualmente estoy cursando 4.º de Teología; este es mi noveno año en el Seminario Diocesano. En estas líneas voy a intentar contaros cómo el Señor, a lo largo de todos estos años, ha ido suscitando en mí su llamada al sacerdocio.

Todo surge siendo yo muy pequeño, justo después de recibir la primera comunión. Con tan solo 8 años fui animado por mi abuela Encarna y por mi anterior párroco, Luis Gallego, para ser monaguillo. Yo conocía a Jesús igual que cualquier otro niño de mi edad que iba a catequesis; sin embargo, Él se fijó en mí sin yo percibirlo en ese momento y, así, fue atrayéndome, seduciéndome y manteniéndome muy cerca de Él. Primero como monaguillo y después de unos años, me pidió una entrega más adherida: la de entrar en el Seminario para seguirle de una manera más íntima y descubrir lo que Él quería de mí.

En estos nueve años que llevo solo puedo estar enormemente agradecido al Señor por el gran regalo de sentirme llamado por Él al sacerdocio

Así es como entré. Y en estos nueve años que llevo solo puedo estar enormemente agradecido al Señor por el gran regalo de sentirme llamado por Él al sacerdocio, a pesar de mis debilidades. Han sido muchas las personas que me han ayudado en este camino de discernimiento, desde los formadores y sacerdotes que me han acompañado hasta los compañeros y amigos más cercanos.

Finalmente, deciros que este paso precioso del Rito de Admisión supone para mí una confirmación de mi vocación por parte de esta Iglesia de Ciudad Real, en la que he nacido; además de un impuso a renovar mi entrega y fidelidad por este camino que el Señor ha querido para mí. ¡Muchas gracias por vuestras oraciones!
 
Por Diego