«Necesitamos sacerdotes que sean sacramentos del Pastor que camina delante», nos dice el rector del Seminario, Manuel Pérez Tendero, por el Día del Seminario, que este año tiene por lema Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino.
El camino de Santiago y el próximo Sínodo sobre el «caminar juntos» (sinodalidad) marcan el lema de este año para la Jornada del Seminario.
Nuestra Iglesia está siempre en camino: la vida es un camino y Jesús de Nazaret es el camino. Siempre, desde los primeros años, la Iglesia se definió a sí misma como camino, como camino en comunión (Sín-odos). ¿Cuál es la etapa de este camino eclesial que estamos viviendo en la actualidad? ¿Qué pasos estamos dando en estos últimos años como creyentes? ¿Qué pasos nos pide el Espíritu que demos en este camino por el que Jesús nos conduce?
Se puede perder el rumbo, salirse de la senda, avanzar por rutas que ya no son las marcadas; entonces, ya no se hace camino
Son varios los peligros que acechan en el camino:
Se puede perder el rumbo, salirse de la senda, avanzar por rutas que ya no son las marcadas; entonces, ya no se hace camino. Se trata de un peligro real para todos los peregrinos.
Otra tentación consiste en buscar atajos para llegar antes a la meta, o por caminos más fáciles, más nuestros.
También se puede tener la tentación de volver atrás, de desandar tramos, de volver a los inicios. Le sucedió al pueblo de Israel en el camino del desierto desde Egipto a la tierra prometida.
Es fundamental superar todo cansancio y toda tentación de volver atrás.
Es fundamental, por tanto, superar todo cansancio y toda tentación de volver atrás. Es necesario, día tras día, reencontrar el rumbo y seguir al pastor sin desviarnos.
Creo, por tanto, que el sacerdote tiene que prestar, al menos, un doble servicio a una Iglesia que quiere hacer camino según Dios.
Por un lado, el sacerdote sirve a sus hermanos para sostener la valentía y superar los cansancios; ayuda a vencer la tentación de la vuelta atrás. Desde el corazón eucarístico de una Iglesia que se alimenta de palabra y pan, el sacerdote está al servicio de una Iglesia fuerte y sufriente, audaz y llena de vida.
Necesitamos sacerdotes que sean servidores, sacramentos del Pastor que camina delante
Por otro lado, es misión fundamental del sacerdote ayudar a discernir. Como diría el profeta Jeremías, «es necesario pararse para preguntar por la antigua senda», por los caminos que Dios quiere. Frente a una sociedad superficial y una Iglesia frenética, el sacerdote es servidor de quietud y hondura, que ayuda a superar rutinas y una tarea sin alma, sin Espíritu.
¿Estaremos formando sacerdotes servidores del pueblo de Dios? ¿Están ayudando nuestros sacerdotes a que la Iglesia sea más valiente y más de Dios?
También es lícita la pregunta contraria: ¿Podría tener relación la falta de vocaciones con una Iglesia que se viviera poco en camino?
Día del Seminario: para una Iglesia sinodal, en camino, necesitamos sacerdotes que sean servidores, sacramentos del Pastor que camina delante.
Por Manuel Pérez Tendero