El pasado sábado 23 de octubre, el obispo, don Gerardo Melgar, presidió la misa con el envío de los catequistas de la diócesis en la catedral.
Con este acto diocesano, los catequistas asumen su labor como misión por parte de la Iglesia. El obispo, como pastor de la diócesis, envía a todos los catequistas para que ejerzan su función en nombre de la Iglesia, sabiendo que se trata de un trabajo de toda la comunidad eclesial para acompañar a todos los que están dando sus primeros pasos en la fe.
En la homilía, don Gerardo se refirió a la jornada del Domund que se celebraba al día siguiente, y que comparte con la misión de los catequistas el mandato de Cristo: «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos». La respuesta a este mandato de Cristo la comparten misioneros y catequistas, cualquier cristiano que responde a la llamada para llevar su nombre a todos aquellos que no lo conozcan.
«Unas palabras de Cristo que dan pleno sentido a la respuesta de los apóstoles que siguieron a Jesús, independientemente de las dificultades que pudieran encontrar», dijo, explicando que recordamos este mandato como el nacimiento de la Iglesia, que siempre se difunde en salida y con la seguridad de cumplir el mandato del Señor. «La mies sigue siendo mucha» porque hay muchos que no conocen a Cristo, y «somos nosotros los responsables de llevar el mensaje de Cristo».
«Tenemos que sentir la importancia de la misión que desarrollamos, que es evangelizadora»
En la misma línea, continuó animando a todos los catequistas a considerar su ministerio dentro de la Iglesia: «Tenemos que sentir la importancia de la misión que desarrollamos, que es evangelizadora […]. Vamos a mostrar a niños y adolescentes quién es Jesús, cómo merece la pena seguir al Señor y que ellos se decidan a ser auténticos discípulos suyos».
Don Gerardo insistió en que la gran catequizadora de los niños y adolescentes ha de ser la familia dentro de la Iglesia. Teniendo esto en cuenta, los catequistas han de ayudar a la familia a que todos sus miembros conozcan a Jesús, a transmitir su mensaje.
Después de la homilía, el obispo hizo una llamada a todos los catequistas que se encontraban en el templo que, de pie, profesaron juntos la fe de la Iglesia respondiendo a las preguntas de don Gerardo. Después de la bendición de todos los enviados, una familia y un catequista se acercaron al obispo, que les entregó simbólicamente la Biblia y el Catecismo, las dos herramientas básicas para acompañar en la fe a los catecúmenos.