El papa Francisco instituyó el pasado 10 de mayo el ministerio laical del catequista a través de la carta apostólica, en forma de motu proprio, Antiquum ministerium. El delegado de Catequesis en nuestra diócesis nos explica la importancia de este ministerio.
El día 10 de mayo, memoria de san Juan de Ávila, el papa Francisco nos regaló la carta apostólica, en forma de motu proprio, Antiquum ministerium, por la que se establece en la Iglesia la institución del ministerio laical del catequista.
Ministerio proviene del latín ministerium, que significa servicio, y de minister, que significa servidor. Por tanto, ministerio en la Iglesia es un servicio en la misión de la Iglesia, realizado por quien posee un carisma o don específico que el Espíritu Santo le ha concedido y que la Iglesia reconoce como tal.
A través de esta carta apostólica, el Papa instituye al catequista como ministerio laical en la Iglesia. No se trata de un ministerio ordenado, que se recibe por medio de un sacramento, sino de un ministerio laical, por el que la Iglesia reconoce al catequista y a la catequesis como carisma y don del Espíritu Santo para la Iglesia y su misión.
¿Qué completa esta carta apostólica a la figura del catequista y a su trabajo en la Iglesia, en nuestras parroquias?
El servicio de catequista es muy antiguo. Desde el comienzo mismo de la Iglesia siempre ha estado presente en su camino evangelizador. Ahora, en esta etapa de nueva evangelización, el establecimiento de este específico ministerio laical hace aún más evidente y necesaria la figura y tarea del catequista. Se trata —podemos decir— del reconocimiento «oficial» que se hace del catequista en la misión evangelizadora de la Iglesia.
Ministerio proviene del latín ministerium, que significa servicio, y de minister, que significa servidor
Para la Iglesia y, por tanto, para nuestras parroquias, hoy resultan imprescindibles, dada la crisis que, en la transmisión de la fe, afecta a muchas de las familias. Son muchos los niños y adolescentes para los que el único acceso a Jesucristo se hace a través del catequista. Imprescindibles también para poder cumplir los objetivos de nuestra programación pastoral diocesana: evangelización de las familias y la propuesta vocacional a niños, adolescentes y jóvenes.
El contacto y relación con los padres de los catequizandos a través de los encuentros, celebraciones, preparación para los sacramentos de iniciación, etc., son un medio propicio para el inicio o consolidación de la pastoral familiar. También el catequista, por el conocimiento que tiene del crecimiento en la fe de los chicos y chicas y de sus proyectos de vida, es mediador idóneo en el discernimiento vocacional, tanto al matrimonio, como a la vida consagrada y sacerdotal.
El presidente del Consejo Pontificio para la promoción de la nueva evangelización subrayó en la presentación de esta carta pastoral que el Papa la publicó en la memoria litúrgica de san Juan de Ávila, —nuestro santo paisano— Doctor de la Iglesia, «que fue capaz de ofrecer a los creyentes de su tiempo la belleza de la Palabra de Dios y la enseñanza viva de la Iglesia, en un lenguaje no sólo accesible a todos, sino revestido de una intensa espiritualidad».
San Juan de Ávila hizo fecundo su apostolado catequético a través de la oración, el estudio de la Teología y la simple comunicación de la fe. Compromiso para todos los catequistas. ¡Felicidades!
Por Antonio Ruiz Pozo, delegado diocesano de Catequesis.
Este artículo se publicó en Con Vosotros de 6 de junio de 2021.