El Seminario Diocesano y el Instituto Diocesano de Teología inauguraron oficialmente el curso en la tarde del 6 de octubre, con la presencia de numerosos alumnos, tanto los seminaristas como los estudiantes del Instituto.
Los actos comenzaron con la misa, que presidió el obispo, don Gerardo Melgar, y en la que todos los profesores hicieron la profesión de fe.
En la homilía, don Gerardo saludó de manera especial a los nuevos seminaristas que han ingresado este año en el Seminario Menor y Mayor: «Os saludo especialmente a los que venís por primer año a este Seminario, a todos los que habéis estado en cursos anteriores […]. Este año significa un paso más en vuestra maduración humana, cristiana y en vuestro discernimiento vocacional».
«No solo vais a crecer físicamente, también lo vais a notar como personas llamadas a madurar en responsabilidad, en superar los defectos y adquiriendo virtudes, madurando y creciendo en el uso responsable de vuestra libertad», les dijo a los seminaristas.
También se dirigió a los alumnos del Instituto de Teología, animándolos a profundizar en la fe a través del estudio y a conocer profundamente al Señor: «Que no solo os ayude a conocer más teóricamente al Señor, su persona, su mensaje, su teología, sino que, personalmente os ayude a amarlo más y a saber dar razón de vuestra fe».
«No solo vais a crecer físicamente, también lo vais a notar como personas llamadas a madurar en responsabilidad, en superar los defectos y adquiriendo virtudes, madurando y creciendo en el uso responsable de vuestra libertad»
Para concluir, agradeció el trabajo a todos los profesores y a los formadores del Seminario, «que van poner todo lo mejor de sí mismos a vuestra disposición, para ayudaros».
Al finalizar la homilía, profesores y formadores del Seminario y del Instituto de Teología hicieron la profesión de fe, respondiendo a las preguntas del obispo.
La lección inaugural del curso
Después de la misa, los actos continuaron con la lección inaugural, a cargo este año del profesor de Latín, Griego y Literatura Cristiana del Seminario Diocesano y del Instituto Diocesano de Teología, Miguel Francisco Moraleda Jiménez.
Antes de la lección, el director del Instituto de Teología, Juan Serna Cruz, se dirigió a los alumnos agradecido por la celebración del acto, que no pudo llevarse a cabo el pasado año a causa de la pandemia. «Es una muestra de esperanza, necesitábamos este acto. Sin demasiada solemnidad, con sencillez, pero necesitábamos este encuentro […] al que le van a seguir los demás momentos del curso». Explicó que el año pasado se comenzaron a utilizar técnicas de emisión para seguir los clases a distancia, y que este año se continuará con este sistema de manera mejorada, «pero encontrarnos personalmente, encontrarnos aquí, refuerza el carácter eclesial de nuestra inquietud por la teología».
«Es una muestra de esperanza, necesitábamos este acto. Sin demasiada solemnidad, con sencillez, pero necesitábamos este encuentro»
«El contacto con la teología nos permite reconocer mejor la voz del Señor, tener más instrumentos para pensar la realidad a la luz de la fe, ofrecer con más convicción el mensaje del Evangelio y encontrar nuevos caminos para nuestra misión», dijo el director, que animó a los alumnos a participar activamente en el Sínodo de los Obispos que comienza en los próximos días.
Agradeció a los profesores su dedicación y animó a los alumnos a estudiar con ilusión, agradeciendo a los casi trescientos alumnos de este curso su confianza en la institución.
Por su parte, el rector del Seminario, Manuel Pérez Tendero, saludó a los alumnos deseando que el Seminario sea un lugar de encuentro: «Ojalá sea este lugar una fuente de afecto más allá de lo académico. […] De afecto por Jesucristo, que de este curso salgamos más afectados por Cristo, y con afecto a la Iglesia».
«Ojalá sea este lugar una fuente de afecto más allá de lo académico»
Tras las presentaciones, comenzó la lección inaugural, que pronunció el profesor Miguel Francisco Moraleda Jiménez. En su intervención, titulada Filón de Alejandría, un comentador judío de la Escritura «a la manera griega», acercó al auditorio a la figura de este exegeta judío —una figura en la que el profesor es experto—, presentando la alegoría, utilizada frecuentemente por Filón, como una forma válida de exégesis y de explicación de la Escritura Sagrada. Además, en la última parte de su lección, citó algunos ejemplos de los términos y explicaciones que utiliza Filón en su exégesis, muy cercanos a la teología cristiana.