El 22 de septiembre, después de Herrera de La Mancha, la cruz y el icono se trasladaron hasta la catedral para las tandas de oración que se prepararon con las parroquias de la capital y los arciprestazgos. Desde las cuatro de la tarde, los jóvenes estuvieron rezando en la catedral hasta las ocho, cuando comenzó la misa que presidió el obispo, don Gerardo Melgar.
En la eucaristía, el obispo explicó la historia de la cruz y el icono desde que, en 1984, san Juan Pablo II ofreciera el símbolo de la cruz a los jóvenes tras el jubileo de la redención. Se trata de la gran cruz de casi cuatro metros que presidió aquel jubileo en San Pedro del Vaticano.
Desde entonces, el símbolo de la cruz —junto al icono, que se uniría más tarde— está presente en la preparación y en la celebración de las Jornadas Mundiales de la Juventud que también instauró Juan Pablo II.
Además, don Gerardo invitó a todos los jóvenes a tener presente la cruz en sus vidas, recordando la redención, la salvación de Cristo a toda la humanidad con este símbolo, transformado de elemento de tortura y muerte, a árbol de vida y de salvación.
Después de la misa, los jóvenes recogieron la cruz y el icono para que se trasladaran a la iglesia de las carmelitas de Ciudad Real, donde pasaron la noche.