Un regalo para la Iglesia en Ciudad Real

El pasado 25 de julio, en el convento de Nuestra Señora de la Estrella, de Miguelturra, juró votos temporales la religiosa mercedaria Sor María Inmaculada de Jesús ante el representante del obispo, el delegado diocesano para la vida consagrada, el sacerdote Vicente Díaz-Pintado. También acompañaron este momento de alegría y fiesta para toda la diócesis y, en especial, para Miguelturra y para las Monjas Mercedarias, la misma comunidad a la que ella pertenece, otras hermanas Mercedarias que se desplazaron de otros conventos y sacerdotes de la localidad. Ha tenido Sor María Inmaculada de Jesús un proceso largo de años de formación y de discernimiento para responder con la vida entera al Señor. Primero el postulantado que es una primera etapa para ir conociendo la vida de comunidad y la vida de oración, la intimidad con el Señor. También se recibe en esta etapa formación religiosa para poder discernir con claridad la voluntad del Señor además de conocer en profundidad la historia de la orden religiosa y su carisma. Luego el noviciado que es una etapa distinta a la anterior ya que se define por ser el momento de preparación ya más inmediato para profesar los votos temporales y por compartir la vida de comunidad.

El mismo día que sor María Inmaculada de Jesús profesaba temporalmente se cumplía el veinticinco aniversario de la llegada de las Monjas Mercedarias a Guatemala de donde ella procede.  

Damos gracia a Dios por este regalo y que, como regalo, siga siendo don a la Orden de la Merced.

El convento de Nuestra Señora de la Estrella se fundó a finales del siglo XVII por María Velardo y Treviño porque la imagen tenía fama en los alrededores de conceder milagros. La fundadora está enterrada junto a su marido, Francisco Trevillo y Dávila, a los pies del altar mayor. El edificio está construido en una sola nave cubierta por bóveda de cañón. El altar mayor es de estilo neobarroco y tiene en el centro, en su camarín, la imagen de la Virgen de la Estrella.