Pablo Cornejo Martínez es natural de Ciudad Real, de la parroquia de San Pedro, tiene 27 años. Comenzó a estudiar Derecho en Ciudad Real a la vez que una búsqueda vocacional desde la parroquia que le llevó al Seminario en 2013. Ahora realiza el curso de pastoral en la parroquia de Argamasilla de Alba, terminando la formación para la ordenación sacerdotal.
Pablo, dos años de Derecho, la vida en la parroquia, una experiencia en Buenafuente del Sistal y, al final, acabas anunciando en Roma que te vas al Seminario. ¿Nos puedes contar estos años previos a dar el paso?
La confirmación fue un punto de inflexión en mi vida, empecé a profundizar más en serio la fe y mi compromiso con la Iglesia. Me involucré, junto a algunos amigos más, en la parroquia: fui catequista, participaba en la pastoral juvenil y en todo lo que hiciera falta. Fue en el segundo año de la carrera cuando me tomé en serio el discernimiento de mi vocación. Durante ese curso hice Betania, que me ayudó a despejar ciertas dudas y esquemas sobre la vocación. Aunque quizá aún no era consciente de todo lo que Dios me tenía preparado, pues Él siempre se sirve de personas, de su Palabra, de acontecimientos…
Lo anunciaste en la capilla de san Juan XXIII en San Pedro del Vaticano. Algo para recordar, pero sobre todo porque se lo dijiste a toda tu comunidad, a la parroquia
Recuerdo aquel día perfectamente, fue el 6 de agosto del 2013, día de la Transfiguración del Señor. Peregrinamos el grupo de jóvenes de la parroquia a las tumbas de dos de los grandes apóstoles de nuestra fe, san Pedro y san Pablo. En la acción de gracias de la primera eucaristía de la peregrinación fue donde les dije a todos mi decisión de ingresar en el Seminario. El lugar y el momento lo había previsto con Pablo, mi cura, puesto que el Vaticano suponía para nosotros como parroquia un pilar muy importante para nuestra fe, la tumba del apóstol que da nombre a nuestra parroquia. Doy gracias por el lugar en el que pude comunicar una decisión tan importante.
En tu vocación es muy importante tu familia. Tus padres siempre han participado activamente en la parroquia y, además, implicados en la pastoral vocacional
Familia y parroquia siempre han ido de la mano. En mi parroquia, desde hace muchos años, todos los jueves hay una oración por las vocaciones. Mi familia participó en ellas desde antes de entrar yo al seminario. A día de hoy son varias las vocaciones que el Señor ha regalado a nuestra parroquia. Estoy convencido de que el poder de la oración es inmenso.
Dentro de la parroquia pertenecías también al grupo joven de hermandades
Desde muy pequeño mi padre me ha transmitido esa pasión por la Semana Santa, en casa hemos vivido esos días con mucha intensidad. Más tarde, en la hermandad del Prendimiento de Ciudad Real fue donde comenzamos a trabajar un grupo de jóvenes que ahora somos grandes amigos, con ganas e ilusión en las distintas actividades de la hermandad. Muchos de estos jóvenes que aún no se habían preparado para la confirmación recibieron el sacramento.
¿Y el Seminario? Qué destacas de tu formación, ¿cómo te han ayudado esos años?
Los años de Seminario, en general, han sido muy buenos. He recibido una formación humana, intelectual, espiritual y pastoral que es impagable. Para mí, el Seminario no es solo el edificio, sino todos aquellos recuerdos, momentos, compañeros que hoy son amigos. El Seminario me ha ayudado a discernir mi vocación, a cultivarme como hombre de Dios llamado para su servicio. Tengo mucho que agradecerle.
Ahora estás en la parroquia de Argamasilla de Alba, das clases de alfabetización a inmigrantes, llevas la comunión a los enfermos, haces pastoral con jóvenes
Este año está siendo diferente en los ritmos de la parroquia debido a la pandemia, pero varias son las actividades que llevamos a cabo y en las cuales voy conociendo la dedicación del sacerdote, la estructura de una parroquia, las distintas necesidades de los fieles…
Estás preparando la formación a través de internet sobre la oración para la parroquia y llevas grupos Alpha en línea. Una pastoral afectada, como todo, por la pandemia
Esta pandemia nos ha enseñado muchas cosas. Entre ellas ha sido el tener que reinventarnos en la pastoral y buscar alternativas. Con ellas hemos conseguido mantener el ritmo de la parroquia y así no perder el contacto entre nosotros y ellos, y entre ellos y Cristo.
¿Cómo es la experiencia del acompañamiento a los jóvenes?
Me parece algo fundamental. Hoy día en lo que todo es ruido, bombardeo de noticias, redes sociales… el joven necesita sentirse acompañado. Creo que el joven está en constante búsqueda y el acompañamiento puede ayudarle a descubrir cuál es el plan de Dios en su vida. Esa ha sido mi propia experiencia en mi camino vocacional y me gustaría que otros pudieran sentir lo mismo.
Quizá esté leyendo esta entrevista alguien que nunca se ha planteado la vocación, ¿qué le dirías?
Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida. No tengas miedo en ponerte en presencia de Dios y preguntarle qué es lo que ha pensado para ti.