Once preguntas sobre la vocación

El sacerdote de nuestra diócesis Juan Serna Cruz responde a once preguntas vocacionales en un artículo que se publicó en Con Vosotros.

Además, puedes ver un vídeo con todas las respuestas o navegar por ellas pinchando en los siguientes enlaces:

¿Llamada?
Los curas trabajan media hora al día
Las monjas no hacen nada
¿Y eso de para toda la vida?
¿Pero los matrimonios también?
¿Hay que estudiar para decir misa?
El celibato y la castidad son un desperdicio
Ser cura o monja no está de moda
¿Para que sirve un cura?
¿Para qué sirve una monja?

¿Y una monja de clausura?

Once preguntas vocacionales

¿Llamada?

Normalmente entendemos que sentirse llamado es sentirse inclinado a algo (una profesión, una forma de vida, una actividad). En el caso de la vocación religiosa, además de esa inclinación (a estar con Jesús, a ayudar a los demás, etc.), hay también un descubrimiento: esos deseos no nacen de la persona, sino que son un don del Señor, una invitación, una orientación, también unas capacidades… En la oración se descubre que lo que se tiene y lo que se siente es un don de Dios en vistas a una decisión. Eso es la llamada.

Los curas trabajan media hora al día

La misa de un día normal dura media hora, pero un cura hace muchas más cosas además de celebrar misa: se reúne con los grupos de la parroquia (para formarse, para coordinar actividades, para organizar eventos), debe preparar estas reuniones y otras comunicaciones públicas, atiende y escucha a personas que buscan orientación y consejo, visita a enfermos y a sus familias, está disponible a las necesidades de la gente de su parroquia; muchos se ocupan además de varias parroquias. Además, algunos sacerdotes realizan otras tareas más allá de la parroquia: son capellanes en hospitales o cárceles, dan clases en escuelas o institutos, o prestan asistencia a algunas asociaciones o instituciones.

Las monjas no hacen nada

Por lo general, las religiosas ocupan la mayor parte de su jornada en una actividad de servicio a los demás (acompañar enfermos, tareas educativas, cercanía a los grupos más marginados…) y a la oración en nombre de toda la Iglesia. Otra cosa es que su tarea no sea conocida. Pero ¿no es sorprendente que, cuando se hace algún reportaje sobre algún pueblo africano, o latinoamericano, por ejemplo, siempre aparezca una religiosa cerca de los más pobres? Las monjas hacen mucho: hacen que el mundo sea más humano, sea mejor.

¿Y eso de para toda la vida?

Para toda la vida solo significa intentar vivir intensamente día a día la propia vocación. Es la manera más adecuada de responder a la entrega incondicional del Señor por nosotros. Amor con amor se paga.

¿Pero los matrimonios también?

El matrimonio es también una vocación, es decir, es aprender a descubrir que la persona de la que estás enamorado es un don de Dios para ti, alguien con quien Dios te pide realizar un proyecto de amor, y os da las capacidades para que lo construyáis juntos.

¿Hay que estudiar para decir misas?

La formación de un sacerdote implica al menos siete años, en los que hay estudios de filosofía y teología y también otras actividades formativas. Estudiar teología no es solo saberse la Biblia y las oraciones de memoria; se estudia el fundamento racional de la fe cristiana y la conexión de la fe con el conocimiento humano, porque creer no equivale a olvidarse de pensar. El sacerdote estudia teología para conocer la solidez de la fe cristiana y para ofrecer razones de la fe a quien busca, y además para ayudar a los cristianos a llevar la fe a su propia vida.

El celibato y la castidad son un desperdicio…

El afecto y el amor también definen a un sacerdote, aunque sea soltero. Los sacerdotes quieren vincularse afectivamente a Cristo, con amor de hermanos, y amar con todo su corazón a la Iglesia. Con la castidad, los religiosos son también testigos del amor universal de Dios. Un misionero contaba que había llegado a entender su celibato cuando un enfermo, al que visitaba, le dijo: cuando me visitan las voluntarias, estoy contento, pero sé que ellas tienen que volver con su familia; en cambio, cuando tú estás conmigo, sé que en tu corazón no hay nadie más que yo.

Ser cura o monja no están de moda...

Depende. Hay comunidades cristianas en las que la vocación religiosa es un planteamiento muy frecuente entre los jóvenes. Es verdad que en España hay menos vocaciones ahora que hace cincuenta años, pero la gente que se plantea su vocación lo hace por convicción personal, no porque sea la moda. Además, cuando alguien se enamora, no piensa si su amor está de moda o no: simplemente sigue a su corazón.

¿Para qué «sirve» un cura?

Un cura sirve para que la Iglesia continúe estando presente en las sociedades, y así el evangelio de Jesús siga iluminando a todos. Sirve para administrar los sacramentos (bautismos, matrimonios, etc.) y asistir a las familias cristianas en otros momentos centrales de sus vidas. Sirve para ofrecer orientación, ayuda, compañía a muchas personas. Sirve para organizar la catequesis y explicar el mensaje cristiano y que las personas puedan aplicarlo a sus vidas.

¿Para qué «sirve» una monja?

Una monja sirve para poner en el mundo el testimonio de otra humanidad, basada en el ejemplo de Jesús. Sirve para animar a los cristianos a vivir el estilo de vida del evangelio, y para expresar el amor de Dios por los más necesitados (ancianos, enfermos, huérfanos, mujeres olvidadas, desfavorecidos, etc.). Sirve para recordar que el mundo no puede moverse solo por los criterios de la utilidad y el beneficio económico, y que la historia solo puede avanzar desde la generosidad y el altruismo.

¿Y una monja de clausura?

Los monjes y monjas de clausura expresan la entrega total de la Iglesia a Jesús, dedicando la mayor parte de su jornada a la oración y la lectura de la Sagrada Escritura y el estudio de la teología. En la historia de la Iglesia, los monasterios han sido oasis en medio de las luchas de la vida; en ellos, el mundo se abre al encuentro con Dios. Muchas personas han acudido a estos lugares en busca de silencio y oración para encontrarse a sí mismos, y también para dialogar desde la fe sobre su propia vida.