Este jueves 25 de febrero se celebró la segunda oración de las familias en la catedral. Presidida por el obispo, se meditó sobre la transmisión de los valores humanos en la familia.
Tras exponer el Santísimo, una monición situó a los participantes en el tema de la oración de este mes, en el que se pide especialmente para que en «las familias se transmitan auténticos valores humanos que hagan madurar a los hijos en un clima de concordia y entendimiento».
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A continuación, el obispo, don Gerardo Melgar, animó a todas las familias a transmitir a todos los «valores fundamentales» y ayudarlos a madurar con personalidades fuertes y auténticas. «En la familia, para que las personas puedan crecer y madurar se ha de lograr un clima familiar en los que todos sus miembros se encuentren a gusto, y sin el cual no es posible educar en esos valores humanos», comenzó diciendo don Gerardo, que presentó a la familia como el espacio privilegiado para adquirir los valores fundamentales.
«Es en la familia donde aprendemos realmente lo que más nos va a servir para saber situarnos como personas en la vida […]. Nos enseñan a ser libres, a saber que no tenemos que ser esclavos de nada, ni de nadie», dijo. Continuó explicando que también en la familia es «donde aprendemos a amar a fondo perdido», gracias al ejemplo de amor «a fondo perdido» de los padres. En este aprendizaje desde el amor destaca el perdón, «que se aprende con la experiencia propia de haber sido perdonados». Además, solo una familia que sabe perdonar puede ser una familia feliz, explicó.
«Es en la familia donde aprendemos realmente lo que más nos va a servir para saber situarnos como personas en la vida […]. Nos enseñan a ser libres, a saber que no tenemos que ser esclavos de nada, ni de nadie»
En esta sucesión de «lecciones» que aprendemos en la familia, don Gerardo habló también de la madurez, de «conocernos a nosotros mismos», para que cada uno descubra lo bueno y valioso que tiene y aquello que tiene que corregir. Una corrección fraterna gracias a la que maduramos mejorando: «La familia ayuda a cada uno de sus miembros a salir de sí mismo para ayudar a los otros, a aquellos que más lo pueden necesitar». Aquí la familia es medicina frente al egoísmo, donde vemos lecciones de entrega y de preocupación por los demás, «aprendiendo a ser agradecidos, como una actitud que vivimos casi sin darnos cuenta».
Don Gerardo concluyó sus palabras invitando a todos los participantes, también a los que siguieron la oración en directo a través de Youtube y Facebook, a que pidieran por todas las familias «que no viven ni transmiten estos valores […], para que descubran su responsabilidad en la misión tan importante que tienen». Además, animó a pedir por las familias rotas, para descubran y vivan el amor.
Tras unos minutos de silencio ante el Santísimo expuesto, se pasó a las peticiones, que leyó un matrimonio pidiendo por el «clima» necesario en las familias para vivir los mejores valores y por el respeto dentro del seno familiar. Además, toda la comunidad pidió por aquellas familias que no conocen a Dios y por las que viven solo por apariencia y sin verdad.
La siguiente oración de las familias será el próximo 25 de marzo en la catedral.