Antonio Ruiz García es el arcipreste de los Montes, con veintiuna parroquias en una superficie mayor que algunas diócesis españolas. Todas las parroquias son rurales y, de ellas, trece están atendidas por un equipo sacerdotal formado por cuatro sacerdotes que viven en Porzuna.
¿Cuántos kilómetros marca el coche este año?
Alrededor de 25.000 kilómetros, muchos de ellos en carreteras peligrosas por el mal estado y el cruce de animales. Estamos en los pueblos colindantes al Parque Nacional de Cabañeros.
¿Y si sumamos los kilómetros de todos los coches del equipo?
Más de 120.000 kilómetros al año.
Tal y como hemos empezado esta entrevista, para hablar de los pueblos pequeños y de estas realidades solemos hablar solo de números. Pero, ¿cómo es la vida en estos pueblos?
Demasiado tranquila, escasea el trabajo y los jóvenes se ven forzados a emigrar en busca de otras oportunidades laborales. Las administraciones públicas tratan de consolidar población, pero vemos que la mayoría de los pueblos están envejeciendo y despoblándose.
¿Y en lo pastoral?
En cada parroquia hay un grupo de personas que participan y colaboran. Valoran mucho sus templos, sus fiestas patronales, y sobre todo, que la Iglesia los acompañe en los momentos más importantes de su vida, desde el nacimiento a la muerte.
Vivís cuatro sacerdotes en equipo para catorce pueblos, ¿qué os aporta?
La posibilidad de tener atendidas todas las parroquias, especialmente en las eucaristías dominicales, y en los funerales. Por ejemplo, en plena pandemia, algunos sufrimos la cuarentena, y el resto de compañeros asumió las misas. Vamos dando pasos para coordinar acciones como Cáritas, catequesis, pastoral familiar. Una parte de la semana vivimos en la casa parroquial de Porzuna, y otra la pasamos en los pueblos, para tener más cercanía con la gente y no depender tanto del coche. Cuando estamos juntos, coordinamos la pastoral, rezamos, celebramos la eucaristía, compartimos vida y misión.
¿Cómo se organiza la pastoral?
Cada uno de nosotros tiene asignada la atención preferente a unas parroquias y el encargo de coordinar una comisión de la acción pastoral: catequesis con niños, jóvenes, matrimonios, Cáritas, liturgia,… De jueves a domingo vamos a los pueblos y coordinamos la actividad pastoral, acompañamos y animamos las comunidades parroquiales.
¿Cómo entienden los fieles esta situación?
Muchas comunidades ya estaban acostumbradas a compartir el cura con otros pueblos. Ahora está costando más, porque es verdad que estamos menos tiempo con ellos, somos menos sacerdotes.
En nuestra diócesis, las Unidades de Atención Pastoral se están imponiendo como solución para poder estar presentes y atender las zonas rurales. No sabemos si esta es la mejor opción, el tiempo y las correcciones hechas a partir de la propia experiencia nos lo irán diciendo. Es un camino nuevo que tiene recorrido. Los sacerdotes que han pasado por aquí han trabajado in solidum desde hace muchos años. Ahora la novedad es convivir unos días en el núcleo mayor de población.
La Iglesia permanece en estos pueblos y esto es muy valorado y apreciado ya que otros servicios han ido, poco a poco, desapareciendo. Tenemos un trato cercano con la gente, y agradecen el visitar y acompañar a los mayores, llevarles la comunión, darles una palabra de ánimo desde el Señor. Nosotros tratamos de mostrarles la cercanía de un Dios que los ama y está con ellos. Aprecian el esfuerzo que hacen la diócesis y el obispo enviando sacerdotes jóvenes para atenderles.
¿Hay nueva evangelización en la España envejecida?
Estamos llamados a suscitar misioneros dentro de estas comunidades que salgan y comuniquen el evangelio. Antes las parroquias eran receptoras, ahora tienen que dar el paso y salir a evangelizar a los de su pueblo y a los del pueblo de al lado. El evangelio para quien lo recibe con fe siempre es nuevo, y es capaz de renovar y rejuvenecer a los pueblos pero, sobre todo, a las personas.
Esta entrevista se publicó en el Con Vosotros de 21 de febrero de 2021