Para el pasado 8 de noviembre, cuando celebramos el Día de la Iglesia Diocesana, entrevistamos a Jesús Álvarez Alcaide, ecónomo diocesano. Esta entrevista se publicó en el semanario Con Vosotros.
Somos lo que tú nos ayudas a ser es el lema de esta jornada de la Iglesia Diocesana, añadiendo que Somos una gran familia contigo. ¿Se están pidiendo voluntarios, ayuda económica, pertenencia?
Lo primero que se está pidiendo es tomar conciencia de que todos los bautizados pertenecemos a una Iglesia diocesana muy concreta, con sus luces y sombras. Una Iglesia que necesita de nuestra participación y colaboración en todos los niveles: pastoral, liturgia, catequesis… y, también, colaboración económica.
Es obligado hablar de la pandemia. Algunos titulares hablan de «debacle económica en la Iglesia», de falta de fieles en los templos, de carencia de actividades…. ¿Realmente es tan grave la situación?
La pandemia está afectando a la Iglesia lo mismo que a todos los sectores de nuestra sociedad. En ningún caso se debe hablar de debacle; más bien es una situación crítica, difícil, que nos está ayudando a priorizar lo realmente importante, a ser más originales, a buscar nuevas formas de colaboración económica, a realizar las diferentes actividades con otros métodos…. Las comunidades cristianas están sabiendo adaptarse muy bien a esta situación.
En su opinión, con una visión general de la acción de la Iglesia en la Diócesis, ¿qué se ha hecho bien y qué mal en este tiempo de COVID que todavía no ha terminado?
Como a tantos otros, también a la Iglesia la pandemia nos ha pillado desprevenidos, pues nunca pensábamos que esto nos pudiera pasar. Desde el primer momento, la Iglesia Diocesana ha sido fiel cumplidora de todas las normativas sanitarias que se han ido implantando desde el principio de la pandemia. También, aunque ha habido medidas restrictivas, la Iglesia, en cuando comunidad samaritana y orante, no ha permanecido aislada ni cerrada: servicios funerarios en las puertas de los cementerios, campañas solidarias (fondo diocesano contra la COVID, desde el obispado, que ya ha recaudado y destinado a Cáritas más de 220.000 €), acompañamiento a enfermos y familiares en los hospitales, celebraciones eucarísticas por internet y televisión… Aunque la Iglesia no ha recibido aplausos ni reconocimientos sociales, ha sabido estar activa y sin hacer ruido, como es propio de su esencia.
Si alguien de fuera de Ciudad Real le preguntara por algún ejemplo de acción eclesial, ¿qué explicaría?
Habría muchos ejemplos que destacar como actividades y acciones prioritarias que se están llevando a cabo, pero a mí me gustaría destacarles la inquietud misionera que la Iglesia diocesana de Ciudad Real tiene, desde hace muchos años, tanto en los seglares como en los sacerdotes.
Por último, qué es lo más urgente en estos momentos, lo más necesario en nuestra Iglesia….
Considero muy importante que, ante las dificultades y limitaciones que pueden afectar a todos, no corramos el riesgo de cerrarnos en nosotros mismos. También la situación actual nos tiene que ayudar a saber priorizar, a saber descubrir qué es lo realmente importante en nuestro trabajo pastoral y misionero.