Como cada 13 de agosto, ya desde hace cincuenta y siete años, los enfermos y ancianos de Ciudad Real tienen una cita ante nuestra Madre, la Virgen del Prado, en lo que tradicionalmente se conoce como «La Caravana Blanca». Pero este año, las circunstancias sanitarias por las que estamos pasando han hecho imposible que los protagonistas especiales de esta singular cita hayan podido acudir físicamente a ella.
Sin embargo, con un templo catedralicio lleno fieles que, guardando escrupulosamente todas las medidas de seguridad gracias al grupo de jóvenes de la Hermandad de la Virgen, se celebró la eucaristía en honor de la Virgen María, Madre del Consuelo. Estuvo presidida por Enrique Galán, consiliario de la Hospitalidad diocesana de Lourdes de Ciudad Real, y concelebrada por el deán, miembros del cabildo y sacerdotes de la ciudad.
En la mente y en el corazón de todos los presentes estuvieron especialmente los enfermos y ancianos nuestra ciudad y aquellos que ya partieron hacia el Cielo. Sin duda, la mirada de la Virgen María se posó tiernamente sobre todos ellos, pues como se recordó en la homilía, «toda madre cuida con especial esmero a sus hijos más débiles y María es ante todo nuestra Madre del Cielo, Consuelo de los afligidos, Salud de los enfermos y Madre de la Iglesia».
Aunque la tradicional caravana de ambulancias, autocares y coches no recorrió la ciudad, la Caravana Blanca cumplió un año más con su cita ante la Virgen del Prado.
Santiago Caballer
Presidente de la Hospitalidad Diocesana de Lourdes