El sacerdote Francisco Jiménez ingresó este miércoles en el Instituto de Estudios Manchegos, en un acto celebrado en el salón de plenos de la Diputación de Ciudad Real.
Jiménez, párroco de Fernán Caballero y profesor de Filosofía e Historia de la Iglesia en el Seminario de Ciudad Real, tuvo como padrinos para la entrada en el instituto al profesor de Filosofía y sacerdote Fernando García-Cano y a la profesora de Historia Raquel Torres.
Antes de la disertación de Francisco Jiménez, Fernando García-Cano hizo su laudatio, narrando la trayectoria académica del profesor y anunciando la próxima publicación de dos obras: una sobre la historia de la diócesis de Ciudad Real y otra el episcopado de Rafael Torija.
El discurso de entrada en el instituto pronunciado por Francisco Jiménez versó sobre el cambio que produjo el Vaticano II en la Iglesia de Ciudad Real, ocupándose de los episcopados de Juan Hervás y Rafael Torija.
En primer lugar, explicó el cambio que sufrió la Iglesia Católica con el concilio, no solo en lo litúrgico, sino especialmente en la concepción de la libertad religiosa. En el caso de España, inmersa en aquellos años en una dictadura que definía al país oficialmente como católico, el proceso de adaptación a las enseñanzas del concilio era más complicado y tuvo particularidades con respecto a otras naciones.
Tras explicar el cambio que supuso el concilio para la Iglesia, Francisco Jiménez pasó a exponer cómo se recibió en la diócesis de Ciudad Real, qué se hizo para explicarlo y, a grandes rasgos, qué pasos se dieron para adaptarse al concilio. En cuanto al clero, narró cómo se creó el Consejo Presbiteral, una novedad entonces; y dio especial importancia al decreto sobre la retribución económica del clero en Ciudad Real de 1986, ya en el episcopado del obispo Rafael Torija. En cuanto al laicado, explicó la tensión que se produjo entre la Acción Católica General y los movimientos especializados, además del protagonismo de Cursillos de Cristiandad en nuestra provincia.
En definitiva, tal y como explicó Jiménez, la diócesis de Ciudad Real se adaptó al concilio con cambios profundos, aunque el periodo histórico sea breve, recogiendo la tradición secular de la Iglesia y enriqueciéndola al fundamentar el quehacer pastoral presente y futuro. Una época apasionante en la Historia de la Iglesia, que se vivió en nuestra diócesis con tensión, esperanza y tesón, gracias a laicos, religiosos y sacerdotes coordinados por los dos pastores de este tiempo, los obispos Hervás y Torija.