Entre el 17 y el 18 de febrero, varias decenas de sacerdotes se reunieron en el Seminario Diocesano para la primera tanda de convivencias del año.
Se trata de las reuniones habituales que celebra el presbiterio y que conjugan formación, convivencia y oración. Una reunión que posibilita el encuentro y el diálogo para compartir experiencias y seguir dando pasos en el trabajo pastoral.
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Para concluir la asamblea, los sacerdotes celebran la eucaristía, presidida por el obispo, don Gerardo Melgar. En esta ocasión, en la homilía, el obispo insistió en la necesidad de la coherencia entre lo que se predica y lo que se hace, entre la fe que se profesa y las obras, animando a los sacerdotes a profundizar en la oración y en la cercanía a Cristo. «En nuestra vida personal y pastoral no sirve el cumplimiento solo legal de lo que está mandado—subrayó don Gerardo—, es necesario hacerlo todo desde el corazón, como algo que brota del corazón, del convencimiento y de la coherencia personal y vocacional».
«En nuestra vida personal y pastoral no sirve el cumplimiento solo legal de lo que está mandado»
En la misma línea, explicó que «el camino que Jesús nos propone es un camino de coherencia, de hacer y vivir aquello que nos está pidiendo el corazón, pero que no acertamos a tomarlo como el auténtico camino. Si queremos sentirnos satisfechos de nuestro actuar personal, sacerdotal y pastoral, necesariamente nuestra actuación ha de ser coherente con lo que decimos y pensamos, con lo que nos dicta el corazón. En eso consiste nuestra verdadera conversión».
La próxima convivencia reunirá al resto de los sacerdotes de la diócesis los días 24 y 25 de febrero, también en el Seminario.