La Luz de la Paz de Belén es una iniciativa de los scouts que cada Navidad se implanta más en los hogares de nuestra diócesis.
Se trata de una llama encendida cada año en la cueva del nacimiento de Jesús en Belén, desde donde los scouts de Austria la trasladan a Viena para difundirla por todo el mundo.
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A nuestra diócesis de Ciudad Real llegó el pasado 20 de diciembre a la Catedral, donde el obispo, monseñor Gerardo Melgar, presidió una celebración en la que se distribuyó la luz entre distintos grupos de toda la provincia.
Antes del reparto de la luz, que se traslada en faroles preparados para la ocasión, monseñor Melgar animó a todos los presentes en la Catedral a ser portadores de la luz para todos los lugares, desde los hospitales hasta las casas, asilos, parroquias, etc. Don Gerardo alentó a todos a mantener la llama viva «siendo creadores de paz dondequiera que estemos y con quien vivamos. Recibir la Luz de la Paz es un compromiso por nuestra parte», tal y como el Evangelio nos invita a ser luz.
Vivir desde la luz, que es Cristo; y no desde las tinieblas, explicó el obispo, es la llamada continua que nos hace Cristo, «que siempre es luz para cada uno de nosotros». Además, animó a que la llama que llegó desde Belén sea transmitida con la vida de cada cristiano, siendo ejemplo de bondad para el mundo y trasluciendo a Cristo a todos los hombres: «Nuestra fe tenemos que comunicarla. Vivimos en un mundo en el que muchas personas necesitan recibir, de otras personas que lo viven, esa luz que significa la fe», concluyó.
Tras la celebración en la Catedral, la luz se trasladó por toda la provincia anunciando el nacimiento de Cristo que ilumina el mundo.