El campo de trabajo, es una experiencia que se repite por segundo año en la diócesis, y es una oportunidad para que los jóvenes se acerquen a la realidad de la exclusión social y cómo se interviene desde la Iglesia.
Comenzó el campo de trabajo el 12 de agosto con tres jóvenes: Marina, Macarena y Nagore, acompañadas por Mari y Carmen Pilar. Han vivido en el centro parroquial de la parroquia La Asunción, de Tomelloso. Allí han compartido experiencias entre ellos, han vivido y dormido. El nexo de unión: Jesús de Nazaret. Diez días de convivencia y de servicio.
La primera toma de contacto fue con los temporeros que también han atendido con los voluntarios de Cáritas en Tomelloso. Han participado en el servicio de acogida, en la orientación laboral, el comedor y el servicio de ropero. También en esos días han podido tener formación para conocer otras realidades de sufrimiento: «La experiencia de un joven en un campo de trabajo en Palestina de la mano de Cáritas Española»; «La realidad de la prostitución desde la mirada de Cáritas»; y «Las drogodependencias: causas y efectos». Para Marina el trabajo con temporeros le ha servido para hacerse aún más humana: «he empatizado con las situaciones e historias de personas de diferentes partes del mundo, y he reafirmado que independientemente de nuestra nacionalidad todos somos dignos a ser tratados como personas. Me ha encantado poder darles voz con mi hacer en estos días».
El 15 de agosto fue un día especial de compartir, descansar y profundizar. Los pilares de todos los días han sido: la oración de la mañana, la eucaristía, la actividad, tanto con temporeros como con los privados de libertad, el compartir en el grupo y el examen ignaciano diario.
A partir del 18 de agosto, con el capellán del Centro Penitenciario «Herrera de la Mancha», Vicente Elipe, han tenido la oportunidad de realizar talleres de verano en la cárcel. Han participado en ellos cuarenta internos de diferentes nacionalidades y edades. Los talleres han estado centrados en valores y en el desarrollo de habilidades relacionales. En ellos, todos los que han participado en este campo de trabajo han tenido la oportunidad de acercarse al doloroso mundo de la cárcel, tan ocultado en nuestra sociedad. Macarena nos cuenta la experiencia de su paso por la cárcel: «Descubrir a Dios en la cárcel es algo casi indescriptible. Me ha hecho sentir más aún la humanidad, el perdón, la ternura y el gran amor que Dios tiene hacia cada uno de nosotros. Ojalá y ayudemos a la reinserción social y laboral de las personas que están presas. Dios no da una segunda oportunidad, sino infinitas». Por eso, después de haber vivido esta experiencia, la recomienda totalmente y nos anima a todos a «aprender a no juzgar, no prejuzgar, no criticar y a amar más».
Otros han querido conocer la experiencia
Otros jóvenes de Tomelloso, de Socuéllamos y de Alcázar de San Juan, también la Directora de Cáritas Tomelloso y sacerdotes de esta localidad se han acercado por las noches para compartir un momento de convivencia y conocer más de cerca esta experiencia tan intensa.
José Felipe Fernández, Delegado Diocesano de Pastoral de Juventud, y Vicente Elipe, Capellán de «Herrera de la Mancha», han acompañado la experiencia desde muy cerca.
«Y aunque haya acabado el campo de trabajo y la experiencia, mi labor aún no ha terminado, y es que estoy dispuesta a hacer que mi círculo, al menos el más cercano, cambie la mirada hacia ellos. Todos somos hermanos». Así lo relata, con naturalidad, Marina al concluir el campo de trabajo. También Nagore nos hace partícipes de lo que han supuesto estos diez días: «Fuimos a dar y nos derrumbaron el gran muro de los prejuicios para descubrirnos la importancia de tratar a las personas como personas y hacerlas dignas de vivir. Escuchar historias de vida de estas personas, nos hace escuchar a Dios e intentar ser mejores personas».
Testimonios de los participantes
Macarena
TEMPOREROS
«A pesar de las circunstancias, tenemos que tener caridad hacia nuestros hermanos, sean del país o la cultura que sean. Nadie tiene la culpa de estar en exclusión social y vivir esas injusticias. Hagamos que se sientan queridos y acompañados como Jesús haría, siempre con alegría».
HERRERA DE LA MANCHA
«Descubrir a Dios en la cárcel es algo casi indescriptible. Me ha hecho sentir más aún la humanidad, el perdón, la ternura y el gran amor que Dios tiene hacia cada uno de nosotros».
«Ojalá y ayudemos a la reinserción social y laboral de los presos. Dios no da una segunda oportunidad, sino infinitas».
«Recomiendo totalmente la experiencia y sobre todo animo a todos los cristianos a aprender a no juzgar, no prejuzgar, no criticar y a amar más».
Nagore
TEMPOREROS
«Descubrí personas que venían a trabajar, y a pesar de no conseguir mucho trabajo, no perdían la esperanza y se mantenían en una lucha continua por sus derechos más básicos como un hogar, comida caliente y una buena higiene y condiciones de vida condimentada con el respeto de los ciudadanos».
HERRERA DE LA MANCHA
«La cárcel es algo invisible para la sociedad, algo que no quiere ver y lo poco que se habla de ella no tiene nada que ver con la realidad. En las personas que están presas pude ver el dolor, el sufrimiento y el deterioro en su alma. Pero también pude ver alegría, esperanza, ilusión y gratitud en esos cuatro días que estuvimos con ellos».
GENERAL DE LAS DOS ACTIVIDADES
«Fuimos a dar y nos derrumbaron el gran muro de los prejuicios para descubrirnos la importancia de tratar a las personas como personas y hacerlas dignas de vivir. Escuchar historias de vida de estas personas nos hace escuchar a Dios e intentar ser mejor personas».
Marina
TEMPOREROS
«Esta experiencia me ha servido para hacerme aún más humana. He empatizado con las situaciones e historias de personas de diferentes partes del mundo, y he reafirmado que independientemente de nuestra nacionalidad todos somos dignos a ser tratados como personas. Me ha encantado el poder darles voz con mi hacer en estos días».
HERRERA DE LA MANCHA
«He cumplido uno de mis sueños, que ha sido el poder compartir mi tiempo con aquellas personas privadas de libertad, los he mirado con ojos empáticos y llenos de mucho amor. Me ha llenado verlos sonreír, ver sus tiernas miradas y haber podido hacerles desconectar aunque solo por pocos momentos».
«No importa los errores que hayan cometido, importa que son personas».
«Y aunque haya acabado el campo de trabajo y la experiencia, mi labor aún no ha terminado, y es que estoy dispuesta a hacer que mi circulo al menos más cercano cambie la mirada hacia ellos. Todos somos hermanos».
«Quedaré agradecida siempre a La diócesis de Ciudad Real por tal experiencia».
Carmen Pilar Burillo Martínez