Nuestro obispo, Mons. Gerardo Melgar, ha presidido la eucaristía en la Catedral a las 10:30 h. Ya desde las 6:00 h., las puertas de la Catedral han estado abiertas para que numerosas personas de Ciudad Real, y de los pueblos limítrofes que ha venido en peregrinación, pudieran elevar su oración ante la imagen de la Virgen del Prado en esta solemnidad de la Asunción de la Virgen María a los Cielos.
En la eucaristía, además del Vicario General, Tomás Villar, han concelebrado con nuestro obispo el cabildo de la Catedral.
En la homilía, ha destacado nuestro obispo la lejanía de la sociedad en general de la fe. Es una sociedad que necesita volver a Dios, al único Dios verdadero, porque se ha dejado atrapar de otro tipo de dioses que no dan la felicidad. Se ha perdido la transmisión de la fe en las familias y es ahí, en las familias, en las que debe volver a hablarse de Dios. Ha comparado a la Virgen María con nuestra madre en la tierra. La Virgen María nos quiere, acompaña nuestra vida, nos toma de la mano y nos lleva a Dios. De la misma manera, también la Virgen María nos acoge en nuestra lejanía de Dios, pero también con ella podemos volver a Él. Vamos a mirarla a ella, a volver a ella nuestra mirada para renovar nuestra vida tratando de vivir las actitudes que ella vivió.
Al final de la eucaristía nuestro obispo impartió la bendición papal con indulgencia plenaria para todos aquellos que cumplan las condiciones que en ella se exigen.
Por la tarde, a las 20:00 h. comenzó desde la Catedral la procesión que también presidió nuestro obispo en la que, por primera vez, participó la Hermandad de la Corte de Honor de la Virgen del Prado como tal hermandad. Miles de personas acompañaron la imagen de la Virgen del Prado por las calles de la capital con su oración. Una procesión es una peregrinación, con un principio y un fin, que sirve de ejemplo a nuestro peregrinar en la tierra.