Una Virgen que es madre que ama a Dios y al prójimo

El 15 de agosto, la Catedral abre sus puertas muy temprano, en el clarear del día porque hay misa a las 6:00 h.; a las 7:00 h.; a las 8:00 h.; y a las 9:00 h., para culminar con la celebración de la Eucaristía a las 10:30 h., que preside nuestro obispo, Mons. Gerardo Melgar que concluye con la bendición papal con indulgencia plenaria. Luego ha habido también misa a las 12:00 h., esperando que a las 19:00 h. sea la imposición de medallas para los nuevos hermanos y a las 20:00 h., en la carroza, la imagen del Virgen del Prado vuelva, un año más, a ser el centro de miles de miradas, de corazones creyentes buscando una respuesta de fe con sentido para toda la existencia.

Nuestro obispo, Mons. Gerardo Melgar, a las 10:30 h., en la homilía ha destacado que en la Virgen María «se actualiza lo que significa ser creyente» y, por eso, ha relacionado la vida de la Virgen con el mandamiento principal: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.

Por amor a Dios, la Virgen María:

Escucho en todo momento lo que Él le pedía.
    
    • Descubrió los planes de Dios sobre ella.
    • Estuvo pronta a ponerse al servicio del plan de Dios.
    • Respondió con generosidad y disponibilidad a los planes de Dios con su fiat (hágase en mí según su palabra).
        - En los momentos buenos
        - En los momentos de dificultad y de dureza.
    • El amor a Dios la lleva a anteponer el plan de Dios a sus propios pla-nes.

Por eso, nos interpelaba el Obispo Prior esta misma mañana preguntándonos:


    • ¿Qué importancia damos nosotros a Dios en nuestra vida?
    • Realmente, ¿Dios ocupa el primer puesto en nuestra vida, en nuestras motivaciones y en nuestro actuar?
    • Cuántas veces nos preguntamos: ¿Qué querrá Dios de mí en este momento?
    • ¿Se nota en nuestra vida que Dios es realmente lo que más nos importa o se nota lo contrario?

¿Cómo es nuestra vida en relación a Dios? Esa es la pregunta fundamental de un creyente porque vemos nuestra vida no desde nuestros ojos ni desde nuestros criterios sinos que es la Palabra de Dios la que dejamos que ilumine todo lo que somos y lo que hacemos.
También en relación alos demás porque la Virgen María, afirmó D. Gerardo, «amó y estuvo siempre al servicio [...]. Su comportamiento con los demás nos anima a nosotros a imitarla en nuestra vida».
 
Encomendó, ya al final de la homilía, la vida de todos a las manos de la Virgen Madre pidiéndole que seamos «auténtico testimonio».

Al final de la eucaristía impartió la bendición papal con indulgencia plenaria para todos aquellos que cumplan las condiciones para recibir ese perdón: acercarse al sacramento de la reconciliación en los quince días previos o en los quince días posteriores a haber recibido la bendición con el consiguiente arrepentimiento; haber rezado el Credo y haberse acercado a recibir la Comunión. La Virgen María nos ayuda a tener una vida cristiana más intensa.