Las fiestas en honor a la Virgen del Prado comienzan en los primeros segundos del comienzo del 15 de agosto, solemnidad de la asunción de la Virgen María a los cielos. Es la victoria de la humanidad sobre la muerte. La Virgen María es assumpta al cielo, es ascendida por el poder de Dios y con Jesucristo, el Hijo de Dios como primicia de entre los muertos.
Pero en los días previos, hay varios momentos de especial significación. La presentación de los niños es uno de ellos que hunde sus raíces en la tradición judía y que nosotros hemos recibido.
Hemos sido creados por Dios y, por eso, presentar a nuestros hijos a Él a través de la Virgen María es el signo de agradecimiento profundo y de reconocer que de Él recibimos la vida. Tiene todo el sentido que sea dejarnos cubrir por el manto de la Virgen Madre, de Santa María del Prado, porque de su seno nacemos como hijos de Dios.
Sus padres, desde que empiecen a balbucear sus primeras palabras, podrán enseñarlos a rezar, a reconocer en Dios el principio y el fin de la vida; el origen y el destino de todo lo que somos.
Presentar a los niños a la Virgen María es querer hacer de ellos ofrenda agradable a Dios en obras y palabras.