Con este lema, «Somos una gran familia contigo», celebramos, este año, la Jornada de la Iglesia Diocesana, que nos sitúa ante la realidad de la Iglesia entera, que se hace presente en la Iglesia particular, como porción del Pueblo de Dios presidida por el obispo. La Iglesia se hace más cercana a todos en cada una de las diócesis y, aún más, en cada una de nuestras parroquias. La parroquia es un lugar de acogida y fraternidad abierta a todos, en ella y desde ella se invita y envía a la misión.
La parroquia y, a través de ella, la diócesis y la Iglesia, como esa gran familia que formamos entre todos, acompaña a todas las familias y a todos y cada uno de los cristianos en los acontecimientos más importantes de la vida del cristiano: en el comienzo de la vida y del itinerario creyente por medio del bautismo, está cerca de los niños por medio de la catequesis, acompaña a los jóvenes ayudándoles a progresar y madurar su fe, celebra el amor de los esposos y está especialmente al lado de los ancianos, los enfermos y todos los más necesitados de nuestra sociedad y en cualquier situación de su vida.
La diócesis tiene en marcha muchos proyectos de acompañamiento y ayuda todos los que la necesitan tanto espiritual como materialmente. Por eso, esta gran familia que formamos todos necesita de la aportación de todos. Necesita que todos la consideremos algo nuestro, algo que nos interesa y que sacamos adelante entre todos.
Son muchas las personas que dentro de las comunidades cristianas, van tomando cada más conciencia de su pertenencia viva y activa a la Iglesia y están dispuestas a ofrecer su tiempo, su saber, su colaboración tanto espiritual como material, para que la Iglesia pueda seguir cumpliendo con fidelidad el encargo de Jesucristo de ofrecer a todos los hombres la buena noticia de la Salvación.
Cerca de doscientas parroquias, atendidas por más de doscientos sacerdotes; cada una de ellas con su variado patrimonio –templos, ermitas, capillas, salones parroquiales, etc.–, que para conservarlo necesita emplear muchos recursos económicos y materiales; infinidad de actividades en catequesis para educar en la fe a niños, jóvenes y adultos; las Cáritas diocesana y parroquiales para atender a los más pobres; toda la actividad social, educativa y asistencial y celebrativa tan amplia e importante como la Iglesia desempeña en nuestra sociedad. El mantenimiento de toda esta actividad y la conservación de las infraestructuras solo son posibles gracias a la colaboración de los cristianos y de cuantos valoran la gran aportación que la Iglesia hace al ser humano y a la sociedad.
Todos somos testigos de la fe de la Iglesia. Cristo se manifiesta en ella por medio de sus discípulos, que somos todos los creyentes. Todos formamos esa gran familia, y todos debemos sentirnos llamados a ser testigos de la fe; concretando nuestra pertenencia a la Iglesia en nuestra aportación evangelizadora personal, siendo testigos, apóstoles, heraldos y misioneros del Evangelio de Jesús en nuestro mundo, especialmente necesitado de testigos valientes, y también aportando nuestra colaboración económica, que permita a la misma mantenerse y mantener todos sus servicios y proyectos al servicio de la fe y para poder socorrer a los más necesitados de nuestra sociedad.
Trabajemos en ella y por ella y seamos testigos de la fe de la Iglesia en medio de este mundo laicista, necesitado del testimonio convencido de los cristianos, de nuestra pertenencia viva, activa y comprometida a esta gran familia que formamos todos los creyentes en Jesús.
Con mi bendición y afecto.
+ Gerardo
Aquí puedes leer la revista Nuestra Iglesia, con los datos económicos de nuestra diócesis.