En la tarde de ayer, el Instituto Diocesano de Teología Beato Narciso Estenaga (IDT) cerraba el curso 2015-2016 con la Eucaristía, que presidió el obispo de la Diócesis monseñor Gerardo Melgar. Tras la misa, el director del Instituto, el sacerdote Lorenzo Trujillo, ofreció una conferencia con el título: «El cristiano ante el fin de una historia».
La misa, a la que asistieron muchos alumnos del Instituto y que llenó la capilla del Seminario Diocesano, estuvo presidida por el obispo Gerardo Melgar y concelebrada por varios sacerdotes, muchos de ellos profesores del Instituto.
En la homilía, monseñor Melgar animó a todos los alumnos a dar razón de la fe, sobre todo en el tiempo actual, en el que ya «no sirve aquello que se llamaba la fe del carbonero». El obispo siguió describiendo la discusión sobre la verdad que se da en la actualidad: «Son muchas, y muchas de ellas contradictorias, las ofertas que se hacen sobre el conocimiento de la verdad. Unas promueven el relativismo más absoluto, no admitiendo ninguna verdad absoluta y, por lo mismo, negando toda posibilidad para la admisión de Dios como la verdad sobre la que se apoyan y explican todas las demás». Pero «Cristo es la única verdad absoluta, el valor universal que da sentido a la vida del hombre, y esperanza para la vida de todos nosotros, por ser Él el verdadero salvador de todos los hombres».
Ante esta afirmación rotunda de la fe cristiana, el IDT «ha querido abrir las puertas, y estar al servicio de esta propuesta, a nuestra Iglesia de Ciudad Real, a los jóvenes cristianos y también a toda nuestra sociedad, para animarles y motivarles en la búsqueda y el encuentro con la verdad que es Cristo. Es una oferta necesaria para la seriedad de la fe cristiana en el momento presente».
Monseñor Melgar subrayó la gratuidad de la fe, un don regalado, pero aun así, continuó diciendo, «no significa que deba ser irracional y ciega. Tenemos motivos suficientes para creer».
Tras explicar el ambiente en el que se pone en tela de juicio la fe cristiana, el obispo afirmó, animando a los alumnos y profesores, que «da la impresión de que ser moderno y católico se contraponen, más aun, que son realidades incompatibles con ser moderno. La formación teológica debe ayudar a convencerse y vivir todo lo contrario: que ser moderno no se contrapone ni es incompatible con ser creyente y católico. Sino que realmente un cristiano bien formado se siente bien realizado como persona que libre y, responsablemente, ha optado por un determinado modo de vida según el modelo de Cristo». Este modelo, «le capacita para la convivencia social respetando las relaciones humanas, luchando por la solidaridad y por el bien común, con una auténtica sensibilidad ante las injusticias, con un sentido ético de la vida y con una apertura a la trascendencia que le lleva a un gradual descubrimiento de la fe, a la personificación de la misma y a un compromiso evangélico».
Sus palabras concluyeron agradeciendo a los profesores, «el gran servicio que hacéis a la Iglesia Diocesana y a la Iglesia Universal, a la misma sociedad por vuestra enseñanza teológica. […] Seguid dando lo mejor de vosotros mismos en favor de la formación cristiana de tantas personas que la necesitan y que esperan de nosotros que les ofrezcamos esos caminos desde donde puedan encontrarse con el Señor, madurar en su fe y vivir una vida comprometida con el Evangelio».
Tras la Eucaristía, comenzó la lección final del director del IDT, Lorenzo Trujillo, con el título «El cristiano ante el fin de una historia». El sacerdote comenzó su intervención hablando de las «crisis» como momentos que «abren la puerta a intervenciones divinas y humanas». Sobre esto, explicó que lo que iba a hacer con sus palabras no era juzgar, sino discernir, hablar sobre la historia para buscar sentidos y razones de lo que ocurre, y ayudar al discernimiento cristiano para saber cómo actuar en la actualidad.
Tras describir la situación actual, huyendo de definir la crisis como algo solo económico, Trujillo explicó el silencio sobre Dios que se vive en Europa. La consecuencia ha sido una huida de la «filiación» y, por tanto, una crisis de paternidad: «generación de huérfanos, sin límite, viviendo en lo virtual». Frente a esta soledad actual, el profesor puso ejemplos del modo de vida familiar, en comunidad, dando la clave teológica para la solución: «Jesús, el Hijo».
En la última parte de la clase, insistió en la postura que los cristianos deben tomar ante este modo de vida: «La espera del Señor», definiendo a los cristianos como «hombres venidos del futuro. [...] Es verdad que construimos Reino, pero rezamos con fe: ¡Ven Señor Jesús! [...] El cristianismo aburguesado o se abre a una verdadera conversión o dejará de ser cristiano». En un mundo lleno de afectividad, esta se presenta como una llamada a «educar el corazón antes que las formas sociales, para crear después nuevas formas» recuperando el hogar, la familia, la afectividad que mira a Jesucristo y, por tanto, la filiación en el Hijo, porque «palabra y realidad se unen en la familia: filiación».
Tras la conferencia, tanto el obispo como el director del IDT, entregaron diplomas a los 25 alumnos que han concluido este año el curso básico de la enseñanza No Reglada, y en la que actualmente hay 100 personas inscritas. En total, 24 alumnos han aprobado la diplomatura en los 8 años de andadura de la iniciativa diocesana.