Están muy de moda los programas de cocina, como Masterchef. Además, a todos nos encanta comer bien, y nos preocupa que la alimentación sea sana. Jesús este domingo nos quiere alimentar con una dieta 100% saludable.
No nos ofrece exquisiteces, sino un sencillo pero muy nutritivo menú del día. El menú de cada día: se entrega a sí mismo como alimento para nosotros, porque vive apasionado y enamorado de todos. El alimento de su Palabra y de su Pan nos da la fuerza para vivir como Él, para entregarnos y amar como Él. Si no, sería imposible. No podemos ser como Jesús sin Jesús.
La Solemnidad del Corpus Christi de hoy (y cada Eucaristía) nos recuerdan que estamos llamados a comulgar con Jesús, con sus opciones, con su manera de vivir y de relacionarse con el Padre, con su modo de hacer fraternidad. Es otro elemento de esta dieta de Jesús: la comunidad, compartir con otros mi fe, sentir que soy parte de la Iglesia. No es uniformidad, sino caminar en unidad sabiendo que todos somos un cuerpo, con diversos miembros, pero con una cabeza: Cristo.
Corpus Christi es también el recuerdo de una presencia, es Jesús cumpliendo la promesa de su despedida: «Yo estaré con vosotros todos los días…» (Mt 28, 20). Cristo se hace presente en la Eucaristía, en el sagrario. Presente no solo en las patenas, sino —como escuché una vez decir— también en las pateras… Porque allí donde hay alguien que sufre, allí está el Señor Jesús.
En resumen, celebrar el Corpus es dejarnos amar y alimentar por un amor inmenso y que no se reserva nada, y comprometernos a amar como Él: «haced esto en memoria mía». Es mucho más que un rito, es la pasión de un amor que se hace alimento. Un menú divino.
Por Guzmán Pérez Montiel, publicado originalmente en Con Vosotros, de 7 de junio de 2015.