La Navidad se hace escena en el Seminario

El Seminario Diocesano de Ciudad Real acogió los pasados 13 y 14 de diciembre su tradicional festival de Navidad, una cita ya consolidada en la vida del centro y de la diócesis que este año volvió a llenar por completo el salón de actos en las dos funciones programadas, congregando a más de 400 personas.

El festival, que nació hace muchos años como un recital de villancicos ofrecido a todos los sacerdotes de la diócesis, se ha ido ampliando con el tiempo hasta convertirse en un encuentro abierto a todo el público que desea asistir, combinando música, teatro y un mensaje en torno al misterio de la Navidad.

La representación teatral, a cargo de los seminaristas mayores, fue una obra en clave de humor y reflexión ambientada en el Vaticano a partir de un acontecimiento ficticio: el derrumbe del balcón de las bendiciones de la Basílica de San Pedro a pocos días de la Navidad. A partir de esta situación, dos albañiles manchegos, Manolo y Benito, son llamados para reconstruir el emblemático balcón antes de la bendición Urbi et Orbi.

A lo largo de las distintas escenas, la obra fue alternando situaciones cómicas, malentendidos culturales y diálogos cargados de ironía con momentos de mayor hondura, en los que los protagonistas entran en contacto con distintos personajes del Vaticano —guardias, trabajadores y responsables de la Casa Pontificia— que, desde su experiencia de fe y servicio, les ayudan a descubrir el verdadero sentido de la Navidad.

En especial, los diálogos con Mario y Carlo, dos encargados de la decoración navideña, introdujeron de forma sencilla y pedagógica el núcleo del mensaje cristiano: la encarnación del Hijo de Dios y su significado redentor para todos los hombres. Frente a una visión superficial o meramente festiva de la Navidad, la obra invitó al público a contemplar este tiempo como la celebración de un Dios que sale al encuentro del hombre para restaurar la comunión rota por el pecado y ofrecer una vida nueva.

Todo ello se desarrolló sin perder el tono cercano y popular, con referencias constantes a la vida cotidiana en La Mancha —con menciones humorísticas a varios pueblos—, al trabajo, a la familia y a las tradiciones, lo que facilitaba la identificación del público con los protagonistas, reforzando el mensaje final: la fe se transmite muchas veces a través del testimonio sencillo, el servicio y el encuentro personal.

El festival se completó con la interpretación de villancicos, dirigidos por el sacerdote Tomás Jesús Serrano, que se iban intercalando entre las escenas, a cargo de todos los seminaristas, tanto mayores como menores, así como con la participación de la Escolanía del Seminario. 

El festival tuvo su última función el 19 de diciembre, destinada al presbiterio diocesano, manteniendo el espíritu con el que nació esta iniciativa: ofrecer un espacio de encuentro fraterno y de celebración navideña en el corazón de la diócesis.