La Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías de Ciudad Real vivió entre el 16 y el 19 de mayo una experiencia de fe en Roma con motivo del Jubileo de las Cofradías.
Un total de treinta y un cofrades de distintas hermandades de la diócesis participaron en la peregrinación, marcada por la espiritualidad cofrade y la histórica coincidencia con el inicio del pontificado del papa León XIV. Además del grupo de la delegación, peregrinaron a Roma otros grupos de hermandades de nuestra diócesis.
Desde la delegación subrayan que se trató de «una ocasión histórica en la que hemos podido disfrutar tanto de la universalidad de la Iglesia en la vivencia de la piedad popular, como del momento inaugural del pontificado de León XIV».
Uno de los actos centrales del viaje tuvo lugar el sábado 17 por la mañana, cuando el grupo realizó el rito jubilar. Los peregrinos recorrieron la Via della Conciliazione portando la cruz de la esperanza, entonando cánticos, rezando salmos y letanías, y participando en el sacramento de la reconciliación, hasta llegar a la basílica de San Pedro, donde cruzaron la Puerta Santa, rezaron el Credo y oraron por las intenciones del Papa.
«Fue una experiencia profundamente significativa», afirma el sacerdote delegado diocesano de Hermandades, Jaime Quiralte. «Ese fue el único momento en que los treinta y un peregrinos compartimos juntos la misma vivencia. Nos supimos signo de las hermandades de nuestra diócesis».
La jornada continuó con la Gran Procesión del Jubileo, que recorrió lugares emblemáticos de Roma con una nutrida participación de cofrades de toda España. «Más allá de las fotos que todos nos hicimos con el Coliseo de fondo, lo verdaderamente impactante fue la fe y religiosidad que mostraban todos los grupos», subraya Quiralte.
El culmen de la peregrinación llegó con la oportunidad inesperada de asistir a la misa de inicio del pontificado del papa León XIV. «Poder estar presentes en un momento tan relevante para toda la Iglesia universal fue una gracia inmensa», señalan varios de los participantes.
La peregrinación fue una experiencia inolvidable para todos los participantes, que fortaleció la comunión, la fe y el compromiso evangelizador de las hermandades de Ciudad Real.