Campo de Criptana reabrió el templo parroquial

En la tarde del 19 de marzo, San José, se reabrió el templo parroquial de Nuestra Señora de La Asunción de Campo de Criptana después de varios meses cerrado por reformas de climatización e iluminación.

La reapertura contó con la participación de más de 1200 fieles criptanenses. El obispo, don Gerardo Melgar, presidió la misa, en la que concelebraron los párrocos, Trinidad Gallego y Juan Carlos Camacho, y varios sacerdotes naturales de Campo de Criptana. Además, contó con la participación de la Coral Santa Cecilia y un grupo de la Filarmónica Beethoven de la localidad.

La procesión de entrada a la eucaristía comenzó en el Monasterio del Creador y de la Inmaculada de las monjas concepcionistas, desde donde salió el féretro con los restos mortales del sacerdote Gregorio Bermejo López, párroco de Criptana entre 1942 y 1972, durante la construcción del templo actual, que sustituyó al anterior, del siglo XVI, destruido en 1936 al inicio de la Guerra Civil.

Con la inhumación de los restos en la iglesia —trasladados desde Almagro, la localidad natal de Bermejo— la comunidad parroquial quiso honrar al artífice de la reconstrucción material de la iglesia en Criptana. Se inhumaron en un nicho construido bajo la imagen de San José, que el mismo sacerdote encargó en su día para el templo.
 

«La renovación del templo nos da la oportunidad de agradecerle una vez más al Señor y pedirle que nos sirva para intensificar plenamente nuestra fe»


En la homilía, don Gerardo Melgar comparó la remodelación de la iglesia con la restauración de la comunidad cristiana: «La renovación del templo nos da la oportunidad de agradecerle una vez más al Señor y pedirle que nos sirva para intensificar plenamente nuestra fe, sintiéndonos una parroquia restaurada y mejorada, cada día más cercana al Señor por su presencia en ella y en nuestra vida».

Además, el obispo agradeció la generosidad de toda la comunidad cristiana para llevar a cabo las obras: «Una vez más habéis sido capaces de demostrar lo mucho que la iglesia parroquial significa para vosotros, lo mucho que os importa que reúna las mejores condiciones de habitabilidad y de poder estar a gusto en las celebraciones de la eucaristía y en todos los actos y celebraciones religiosas que diariamente tenéis». En nombre de toda la diócesis, agradeció «públicamente la gran aportación y generosidad que habéis demostrado una vez más con el Señor y con su templo, que es el vuestro, porque habéis querido que lo mejor fuera para el Señor, aunque os hayáis tenido que desprender de algunos de vuestros medios materiales».

La renovación del templo, continuó, es «un signo de la valoración de vuestra fe» porque, aunque la iglesia es la expresión exterior de la parroquia, la comunidad está formada por «piedras vivas, por todos los que pertenecen a ella».

En este mismo sentido, invitó a los criptanenses a ser «una comunidad viva de comunión, en la que cada uno se sienta llamado a ofrecer lo mejor de sí mismo en favor de los demás. Tenemos que ser también misioneros unos de otros. Somos llamados a ser testigos de nuestra fe con los que convivimos y formamos esta comunidad. Debe ser comunidad de participación y de participación activa, donde cada uno dé lo mejor de sí mismo y sepa implicarse en la tarea y en los objetivos que la parroquia tiene, para que puedan llegar también a todos aquellos que no vienen».

Concluyó pidiendo la intercesión de san José y de la Virgen: «Que San José, que supo responder siempre a lo que Dios le pedía, nos ayude también y sea nuestro intercesor ante el Señor, para que todos y cada uno seamos portadores, portadores del mensaje salvador de Cristo. Y que María, la Estrella de la Nueva Evangelización, nos acompañe siempre en esa tarea sublime e importante que tenemos que hacer y que vivir en nuestra vida como creyentes y como cristianos».

Una obra necesaria

Uno de los párrocos de la localidad, Juan Carlos Camacho, explica que el Consejo de Economía de la parroquia estuvo debatiendo años sobre la situación en la que se encontraba el templo a causa de las humedades y el sistema de calefacción, con «una caldera de gasoil antigua y poco eficiente». Además, habían pasado más de veinte años desde que se pintó el templo por última vez y el solado estaba muy deteriorado.

Ante esto, se estudió un sistema de climatización que se adaptara a las características de un templo de estas dimensiones y, tras varias visitas a otros templos, se optó por la instalación de un sistema de geotermia. Aunque este tipo de climatización exige una inversión elevada, el ahorro a largo plazo es considerable y exige un mantenimiento mínimo. La geotermia aprovecha la temperatura del interior de la tierra, en este caso con varios pozos a más de 130 metros de profundidad, climatizando la iglesia con circuitos bajo el solado, consiguiendo calor cuando hace frío y refrescar la iglesia en verano.

La obra ha consistido en cambiar el piso, que ahora es de granito, con doce sondeos para el sistema de geotermia. Además, se ha pintado todo el interior, quitando las humedades; se han construido aseos para la comunidad, se ha renovado la cripta y se ha cambiado toda la iluminación interior. Además, se han instalado unas vidrieras abatibles en la parte alta de la iglesia que ahora permiten la ventilación. El resultado de la obra ha conseguido que se pase de un templo frío y oscuro a una iglesia acogedora y llena de luz.

Se ha conseguido, explica el párroco, el principal objetivo de la obra: «Que la comunidad de Campo de Criptana disfrute de una iglesia acogedora y pueda participar en todos los momentos que se celebran en el templo con dignidad».

El coste de toda la obra ha superado los 800.000 euros que se pagarán gracias a los donativos de toda la comunidad parroquial.