Cada Navidad, el presbiterio diocesano celebra una convivencia en el Seminario. Una eucaristía, el tradicional festival navideño de los seminaristas y la comida son los actos de una jornada destinada a la convivencia de los sacerdotes y a la oración en torno al misterio de la Natividad del Señor.
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Este año, la convivencia se celebró el pasado 20 de diciembre. En la capilla mayor, el obispo, don Gerardo Melgar, presidió la misa, en la que concelebraron la mayor parte de los sacerdotes de la diócesis, a los que acompañaron los seminaristas y las religiosas del Seminario.
Don Gerardo comenzó la homilía explicando el sentido de la convivencia, que es compartir «la fe en el nacimiento del Señor y la amistad y la relación entre nosotros», dijo.
Definió la Navidad como «la historia auténtica del amor de Dios con el hombre. Una historia de amor que comienza en la creación del hombre, al hacerlo por amor y a su imagen y semejanza, y culmina en la redención con el nacimiento, vida, muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo». Añadió que la Navidad es «la historia más grande de amor de Dios al hombre», que se concreta «en la relación de Dios con cada ser humano, que es también una historia de amor con cada uno de nosotros».
«Vivir la Navidad cada año es dejar que nazca en nosotros la alegría de la salvación, dejar que Cristo nazca en nuestra alma y en nuestro corazón»
Refiriéndose a la misión de los sacerdotes, dijo que solo Cristo «puede dar sentido a nuestra lucha, a nuestra entrega, a nuestros esfuerzos por cumplir y ser fieles a la misión que Él nos ha confiado». Cristo, continuó, «se rebajó haciéndose uno de nosotros igual en todo a nosotros menos en el pecado, para que nosotros llegáramos a ser hijos de Dios, para confiarnos todos sus secretos y ofrecernos a todos la salvación y hacernos partícipes de su misma misión, enviándonos a evangelizar a nuestros hermanos desde su entrega por la humanidad. Cristo, con su nacimiento, es nuestra única y auténtica esperanza».
En el mismo sentido, añadió que solo Cristo «es quien da sentido a todos los esfuerzos, sacrificios y privaciones que lleva consigo la vida sacerdotal. Sólo Él nos hace permanecer esperanzados en una misión y en nuestra misión y en la obtención de unos frutos, porque sólo Él tiene que permanecer, que mantener viva nuestra esperanza de que [...] hará fructificar y multiplicará la obra».
Por otro lado, se refirió al Jubileo 2025, cuyo lema es Peregrinos de esperanza, deseando que ayude a los sacerdotes a poner la esperanza solo en Dios, «porque Él es la esperanza que nunca falla ni defrauda».
Además, pidió al presbiterio vivir en acción de gracias: «La venida de Cristo a nuestro corazón y a nuestra vida es un hecho que hemos de vivir como el gran regalo suyo por el que hemos de estar en continua acción de gracias al Padre por el don de Jesucristo, que se hace presente en nosotros y en cada corazón en esta Navidad».
La celebración de la Navidad, continuó, no es solo un recuerdo, sino un «encuentro personal y lleno de amor en nuestro corazón y con cada uno de nosotros, para ayudarnos a vivir nuestra fe en Él y en su mensaje en nuestra vida, nuestros compromisos y nuestra misión evangelizadora».
Solo Cristo «puede dar sentido a nuestra lucha, a nuestra entrega, a nuestros esfuerzos por cumplir y ser fieles a la misión que Él nos ha confiado»
Para que se produzca este encuentro, es necesario reconocer la llamada del Señor y responder con disposición para acogerlo «como discípulos fieles». Cristo, añadió, «nos ha acompañado durante toda nuestra vida y nos llama en nuestro último día para darnos la vida eterna que nos ha prometido». Por esto, «vivir la Navidad cada año es dejar que nazca en nosotros la alegría de la salvación, dejar que Cristo nazca en nuestra alma y en nuestro corazón, en nuestra vida», para vivir «los valores del reino como anticipo del gozo de la llamada última al reino eterno, a la entrada en el sitio preparado para cada uno de nosotros».
«Queridos hermanos, queridos sacerdotes, queridos seminaristas y queridas hermanas religiosas, abramos nuestras puertas al Señor que viene, que quiere nacer en nosotros, y ayudemos a otros a abrir también su corazón al Señor, para que entre en ellos, los transforme y les ofrezca el gozo de haberle recibido y vivir llenos de paz y de amor», concluyó.
Después de la misa, los seminaristas ofrecieron a todos los sacerdotes el festival de Navidad, titulado este año Testigos de esperanza, haciendo referencia al lema del Jubileo.
Al terminar el festival, el rector, Juan Serna, agradeció la presencia de todos los sacerdotes. A continuación, el obispo, don Gerardo Melgar, felicitó a los seminaristas por el mensaje que dieron con el festival, que se ofreció el fin de semana anterior a más de cuatrocientas personas en dos sesiones. Con humor, los seminaristas presentaron varios ejemplos bíblicos de personajes que no se rindieron, a pesar de las dificultades que tenían, gracias a la esperanza en las promesas de Dios.
Después de las palabras del obispo, todos los sacerdotes comparieron la comida, con la que concluyó la convivencia de Navidad.