El obispo de Ciudad Real, don Gerardo Melgar, ha presidido esta mañana en la catedral una misa por el eterno descanso del papa Benedicto XVI. En la eucaristía ha participado parte del presbiterio y fieles que se han unido a la oración de toda la diócesis por el papa difunto.
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En la homilía, don Gerardo ha repasado la biografía de Benedicto XVI, comenzando con su preparación para el sacerdocio, su ordenación como presbítero y obispo, el nombramiento de cardenal y la elección como el 265 papa de la Iglesia Católica.
Respecto a sus encuentros con el Papa, don Gerardo ha destacado la impresión que le causó: «Nunca podré olvidar las dos o tres primeras veces que estuve con él en la audiencia, que sus ojos verdes y pequeños se le clavaban llenos de cariño. Y cuando estaba diciendo lo que fuera que te lo decía en castellano perfecto, parecía que aquello que estaba haciendo contigo era lo más importante que tenía que hacer en ese momento».
«Que el Señor premie con la vida eterna a que fue su vicario en la tierra y entregó y gastó su vida en ofrecer a la Iglesia de todos los tiempos el verdadero rostro de Jesús, que iluminó con su doctrina la relación entre ciencia y fe y otros muchos aspectos de la vida de los creyentes actuales»
El obispo ha dado especial relevancia a su renuncia al papado, el momento histórico que protagonizó para retirarse a orar por la Iglesia, apartado en un monasterio. «En todo tiempo sostuvo a la Iglesia, desde la oración por ella, con oración por el Papa Francisco y por la solución de todos los problemas que en la Iglesia se iban viviendo e iban apareciendo y que él conocía desde su propia experiencia como Papa», ha dicho. «Rezaba continuamente para que, por encima de los problemas, la Iglesia siguiera anunciando a Jesús y su mensaje salvador a los hombres y mujeres de hoy».
Insistiendo en la histórica renuncia, don Gerardo ha valorado que no fue un paso atrás, sino que «lo hizo por el bien de la Iglesia. También entonces siguió sosteniendo y cuidando y alimentando a la Iglesia por medio de la oración».
«Que el Señor premie con la vida eterna a que fue su vicario en la tierra y entregó y gastó su vida en ofrecer a la Iglesia de todos los tiempos el verdadero rostro de Jesús, que iluminó con su doctrina la relación entre ciencia y fe y otros muchos aspectos de la vida de los creyentes actuales». Ha concluido pidiendo la oración a toda la comunidad, también como acción de gracias por toda su vida, «y si en su vida hubo también algún momento de sombra de pecado o infidelidad, que el Señor con su misericordia ilumine todos esos momentos para siempre y dé a Benedicto XVI el gozo eterno de los que son fieles».