Caminar juntos a pesar de las dificultades

Juan Serna Cruz, responsable de la coordinación de la fase diocesana del Sínodo, continúa comentando los párrafos más importantes del Documento Preparatorio del Sínodo de los obispos.

La pandemia ha hecho detonar las desigualdades y las injusticias ya existentes: la humanidad aparece cada vez más sacudida por procesos de masificación y de fragmentación; la trágica condición que viven los migrantes en todas las regiones del mundo atestiguan cuán altas y fuertes son aún las barreras que dividen la única familia humana. Las encíclicas Laudato si’ y Fratelli Tutti explicitan la profundidad de las fracturas que marcan los caminos de la humanidad […].

Esta situación, que, no obstante las grandes diferencias, une a la entera familia humana, pone a prueba la capacidad de la Iglesia para acompañar a las personas y a las comunidades para que puedan releer experiencias de luto y de sufrimiento, que han encubierto muchas falsas seguridades, y para cultivar la esperanza y la fe en la bondad del Creador y de su creación. Sin embargo, no podemos escondernos: la misma Iglesia debe afrontar la falta de fe y la corrupción también dentro de ella.

Los números del Documento Preparatorio del Sínodo que comentamos hoy nos indican el contexto en el que tiene lugar este camino de reflexión eclesial. Este contexto de referencia se ve señalado, por una parte, por los ecos de la situación de pandemia que ha afectado al mundo entero, y por otra parte, por las tristes situaciones de incoherencia de muchos cristianos, que marcan dolorosamente la vida de la Iglesia.

Por una parte, el «caminar juntos» en la Iglesia, que expresa el Sínodo, no puede hacerse al margen del camino en común en el que marchamos con toda la humanidad. Este camino está especialmente marcado por el sufrimiento de los últimos meses: la pandemia nos ha recordado que todos nos hemos visto amenazados por la misma fragilidad, y que necesitábamos afrontar juntos el reto sanitario y social. Pero no siempre hemos sido capaces de integrar a toda la humanidad en este camino común. La pandemia ha agrandado las injusticias que aún persisten en el mundo, y las divisiones que aún no hemos sido capaces de superar. ¿Cómo proclamar que en la Iglesia «caminamos juntos» si como humanidad aún no estamos preparados para hacer juntos el camino de la vida? ¿Cómo puede ayudarnos el Sínodo a crecer como humanidad unida?

Por otra parte, la Iglesia, que tiene como misión acompañar los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de la humanidad, no ha sabido ser siempre fiel a su misión. Dentro de ella se han instalado a veces la falta de fe, de donde se ha derivado una dramática corrupción de vida. El Documento reconoce que la Iglesia no siempre ha escuchado adecuadamente a las víctimas. En el Sínodo la Iglesia debe llevar a cabo una auténtica conversión que la purifique.

El Espíritu Santo actúa en la Iglesia a pesar de nuestras debilidades. Pero si no reconocemos las dificultades reales que hay para la comunión, el esfuerzo del Sínodo no tendrá frutos.
 

Por Juan Serna Cruz