El pasado 30 de octubre, se celebró en Tortosa (Tarragona) la beatificación de cuatro sacerdotes operarios mártires del siglo XX.
Con esta última beatificación, ya son 30 los sacerdotes operarios mártires que se han declarado beatos. De estos últimos cuatro, Francisco Cástor Sojo López, fue administrador de nuestro Seminario Diocesano de Ciudad Real. Natural de Madrigalejo, provincia de Cáceres (diócesis de Plasencia), ingresó en los operarios diocesanos en 1902 y fue ordenado sacerdote en 1903. Dedicó su ministerio a la formación sacerdotal en los colegios de vocaciones de Plasencia, Toledo y Astorga; y en los seminarios de Lisboa, Toledo, Badajoz, Plasencia, Segovia y Ciudad Real.
En 1936, cuando era administrador de nuestro seminario, fue apresado y asesinado en Valverde (al lado de Ciudad Real) en la noche del 12 al 13 de septiembre de 1936, cuando contaba 55 años. Acabada la guerra, en 1939, se trasladó su cuerpo al cementerio de Ciudad Real, hasta su exhumación el pasado 25 de junio.
Además, otro de los beatos, Manuel Galcerá, estuvo destinado en nuestro seminario.
Entre los concelebrantes se encontraba nuestro obispo, don Gerardo Melgar, que dirigió la súplica al representante del Papa para la inscripción en el número de los beatos a los cuatro operarios
En la celebración, que presidió el pasado 30 de octubre en la catedral de Tortosa el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, fueron beatificados Francisco Cástor Sojo López, Millán Garde Serrano, Manuel Galcerá Videllet y Aquilino Pastor.
Entre los concelebrantes se encontraba nuestro obispo, don Gerardo Melgar, que dirigió la súplica al representante del Papa para la inscripción en el número de los beatos a los cuatro operarios. Por su parte, el postulador de la causa, Carlos Comendador, presentó a los Siervos de Dios a través de la lectura de una breve biografía de cada uno estos testigos de su sacerdocio.
El Cardenal Marcelo Semeraro, en representación del papa Francisco, leyó la Carta Apostólica en la que el Papa inscribe en el libro de los beatos a los Siervos de Dios que dieron su vida en defensa de la fe. Al acabar, se procedió a descubrir el tapiz con la imagen de los nuevos beatos. Las reliquias fueron en procesión hasta quedarse a los pies de la imagen. Por su parte, el obispo de Cuenca, José María Yanguas Sanz, fue el encargado de agradecer al Papa la beatificación de los cuatro mártires operarios, en representación de su diócesis y las de Jaén y Ciudad Real.
Junto al obispo don Gerardo Melgar, viajó a Tortosa todo el Seminario Diocesano de Ciudad Real, que participó en la ceremonia de beatificación, recordando a los dos beatos que ejercieron su labor en nuestra diócesis.