«A los pobres los tenéis siempre con vosotros» es el lema de la V Jornada Mundial de los Pobres que se celebra este próximo domingo, 14 de noviembre.
Con motivo de la jornada, que instauró el mismo anunciándola en 2016, el papa Francisco lanza un llamamiento para que «arraigue cada vez más en nuestras Iglesias locales y se abra a un movimiento de evangelización que en primera instancia salga al encuentro de los pobres, allí donde estén».
«No podemos esperar —afirma en su mensaje para la Jornada— a que llamen a nuestra puerta, es urgente que vayamos nosotros a encontrarlos en sus casas, en los hospitales y en las residencias asistenciales, en las calles y en los rincones oscuros donde a veces se esconden, en los centros de refugio y acogida... Es importante entender cómo se sienten, qué perciben y qué deseos tienen en el corazón».
Se trata de una exhortación especialmente oportuna justo cuando acaba de comenzar el Sínodo de los Obispos en el que, con el tema Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión, se abre un nuevo tiempo de discernimiento y revisión de nuestro seguimiento de Jesús como Pueblo de Dios.
Denuncia profética del Papa
El papa Francisco ofrece en su mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres importantes elementos de análisis para reconocer «las múltiples y demasiadas formas de desorden moral y social que generan siempre nuevas formas de pobreza».
Como señala el Papa, «parece que se está imponiendo la idea de que los pobres no sólo son responsables de su condición, sino que constituyen una carga intolerable para un sistema económico que pone en el centro los intereses de algunas categorías privilegiadas». «Se asiste así —añade— a la creación de trampas siempre nuevas de indigencia y exclusión, producidas por actores económicos y financieros sin escrúpulos, carentes de sentido humanitario y de responsabilidad social».
Para ello, el Santo Padre urge a abordar «un enfoque diferente de la pobreza, un reto que los gobiernos y las instituciones mundiales deben afrontar con un modelo social previsor, capaz de responder a las nuevas formas de pobreza que afectan al mundo y que marcarán las próximas décadas de forma decisiva». «Si se margina a los pobres, como si fueran los culpables de su condición, entonces —alerta— el concepto mismo de democracia se pone en crisis y toda política social se vuelve un fracaso».
Asimismo, el papa Francisco invita en esta V Jornada Mundial a aumentar «la sensibilidad para comprender las necesidades de los pobres», sobre todo cuando «en las zonas económicamente más desarrolladas del mundo se está menos dispuestos que en el pasado a enfrentarse a la pobreza y donde el estado de relativo bienestar al que se está acostumbrados hace más difícil aceptar sacrificios y privaciones». Por ello, nos propone «estar abiertos a leer los signos de los tiempos que expresan nuevas modalidades de cómo ser evangelizadores en el mundo contemporáneo» y recordar que «la ayuda inmediata para satisfacer las necesidades de los pobres no debe impedirnos ser previsores a la hora de poner en práctica nuevos signos del amor y de la caridad cristiana como respuesta a las nuevas formas de pobreza que experimenta la humanidad de hoy».
Una celebración de toda la Iglesia
Con objeto de animar la celebración de esta Jornada, la Conferencia Episcopal Española y Cáritas han preparado diversos materiales, que están disponibles en un espacio digital para su utilización por parte de todas las diócesis, parroquias, comunidades, movimientos, asociaciones e instituciones de la Iglesia.
Esta convocatoria es una nueva oportunidad para tomar conciencia acerca sobre cuál es el nivel de participación de quienes habitualmente son menos tenidos en cuenta en los espacios de reflexión, toma de decisiones y celebración. Con ese objetivo, los promotores de la jornada proponen, por ejemplo, un encuentro cordial con las personas excluidas «para escucharles y conocer mejor su sentir, para descubrir qué nos puede ofrecer personal y comunitariamente esa persona, familia o grupo que recibimos desde su falta de recursos, desde su fragilidad».
Tiempo de conversión
Como se explica en los materiales de animación de la Jornada, la respuesta al lema de esta edición — «A los pobres los tenéis siempre con vosotros»— implica:
Abrir el corazón a las personas, dejar a un lado las resistencias que nos atan a la seguridad de lo que sabemos hacer y controlamos, y dejar espacio a la creatividad y a la novedad que otras personas pueden aportar y que no esperamos.
Cambiar de mentalidad, de pensamiento, en relación con nuestra forma de dar, para acoger el reto de compartir y participar.
Optar por un estilo de vida más sencillo y austero, donde el no acumular para asegurarnos la vida nos hace menos dependientes de lo material y más libres para creer y confiar en la propuesta evangélica de las Bienaventuranzas.
Abrirnos a la gracia de Dios. Nosotros solos no podemos cambiar, es el Espíritu el que transforma nuestro corazón, nuestra mente y nuestra acción, y se sirve de la comunidad para cambiarnos y mejorarnos como personas a través del amor que siembra en cada una.