En la función solemne que nuestro obispo ha presidido este mediodía en la Catedral de Santa María del Prado, ha participado la corporación municipal, autoridades civiles y militares y multitud de fieles cristianos hasta completar el aforo. En este año especial en el que no ha podido haber presentación de niños a la Virgen, ni caravana Blanca, pero, sin embargo, la devoción y el fervor del pueblo de Ciudad Real hacia la Virgen del Prado, hacia su patrona, permanece intacto. Incluso está creciendo. Este año ha habido más gente que han participado en las misas matutinas y un número de personas mayor que se han acercado a la Catedral en peregrinación.
Puntualmente, nuestro obispo, y con el cabildo de la Catedral, ante la imagen de la Virgen del Prado, no en su Camarín, sino al pie del altar desde la víspera del día, ha comenzado la misa en el día de la asunción de la Virgen María a los cielos que, además, este año ha coincidido con domingo. Ha acompañado la celebración la coral polifónica Santísima Trinidad, de Torralba de Calatrava.
Celebramos en este día que una persona enteramente humana, la Virgen María, ha sido tocada de manera especial por la gracia de Dios haciéndola, ya desde su concepción, inmaculada, sin pecado, y, por eso, ha sido asumida a los cielos porque durante toda su vida ha sido obediente a Dios sin sombra, sin mancha, ni arruga. Recibe la Virgen María esa gracia especial porque Dios la destina a ser madre de su hijo, de Jesucristo, el hijo de Dios hecho hombre por nosotros. Si Dios ha tocado el género humano para llevarlo a la salvación, también el mismo Dios se ha dejado tocar por nuestra carne, no para contaminarse, sino para santificarnos. Por eso, Gerardo Melgar, ha destacado en su homilía que «Nuestro destino es la vida eterna, la felicidad sin fin, y eso no lo vamos a conseguir en esta vida, sino en la vida después de la muerte terrena. Por ella es por la que hemos de luchar viviendo cada momento en esta perspectiva y con esta esperanza. Entonces encuentra sentido cuanto vivimos cada día». A continuación, ha señalado en relación a este día de fiesta: «La celebración de la solemnidad de la Asunción de María nos recuerda y actualiza la realidad de una persona que nunca perdió de vista su destino, que mantuvo siempre su esperanza».
Ha indicado el obispo de la diócesis que este mundo no es ni mejor ni peor, es distinto, pero por eso «la celebración de la asunción de María, nos hace una llamada especialmente significativa en medio de este mundo materialista, que valora solo lo inmediato y que solo ve de tejas para abajo, una llamada a mirar al cielo como nuestro último y auténtico destino, y lo hace a través de la figura de María, que ha sido glorificada definitivamente en cuerpo y alma junto a Dios en el cielo».
Al término de la celebración, el obispo, por disposición especial de la Santa Sede, ha impartido la bendición apostólica con indulgencia plenaria. Las condiciones para recibir este perdón es el arrepentimiento de los pecados, haberse confesado quince días antes o después de la bendición y haberse acercado a comulgar. También, rezar el Credo o el Padrenuestro.
Santa María, Virgen del Prado: ruega por nosotros.