«La caridad de Cristo nos urge»

Conchi Aranguren Vila es natural de San Sebastián y tiene 57 años. Licenciada en Filología Hispánica, diplomada en profesorado de EGB y en Ciencias Religiosas, tiene tres hijos y trabaja como profesora de Religión en el I.E.S. Clavero Fernández de Córdoba, de Almagro. Desde 2014 es voluntaria en el Programa Empresas con Corazón de Cáritas, una iniciativa que establece relaciones de colaboración entre Cáritas y empresas cuya actividad y filosofía coincidan con los valores de la Iglesia: solidaridad, justicia, respeto e igualdad. El pasado 1 de julio tomó posesión como directora de Cáritas Diocesana de Ciudad Real.
 
 
Desde hace siete años colaboras en uno de los proyectos más jóvenes de nuestra Cáritas, Empresas con Corazón, ¿cómo ha sido tu voluntariado?
 
En Empresas con Corazón queremos concienciar de la gran aportación que se puede hacer en este campo, no solo económica, también inserción laboral, ayuda en especie, formación, buscamos subvenciones…Hemos visitado empresas, colegios oficiales, farmacias, asesorías, despachos… Con Cristina, que ha sido y es mi compañera de fatiga, hemos organizado algún evento para obtener recursos como torneos de pádel, rastrillos…
 
¿Has podido conocer como directora de Cáritas diocesana el resto de proyectos?
 
He tenido una primera toma de contacto con las coordinadoras de los distintos programas, que me han ofrecido una visión general de sus acciones. Ahora iré poco a poco conociendo a las personas, trabajadores y voluntarios, y profundizando más en esa gran labor que realizan por los más desfavorecidos, que no podemos olvidar que son también hermanos nuestros
 
Cáritas está compuesta por voluntarios y técnicos que consiguen un trabajo continuado y profesional desde la caridad cristiana. Aunque se trata de una labor a largo plazo, ¿qué es lo más necesario para los próximos años?
 

Respecto al voluntariado, hacer una llamada a la generosidad. No podemos olvidar nuestra dignidad de hijos de Dios, dignidad que también gozan los más desfavorecidos. Necesitamos personas comprometidas con los más empobrecidos y que sean capaces de contagiar la esperanza de que, en común, podemos lograr un mundo más justo para todos, sabiéndonos fuertes porque tenemos como roca el amor de Dios.
Entregar los dones recibidos en Caritas es más que nunca necesario, «lo que recibisteis gratis, dadlo gratis».
Ahora somos novecientos cincuenta voluntarios. Hemos constatado un descenso de voluntarios de mayor edad motivado por la pandemia. Pretendemos animar a un voluntariado más joven, que sabemos que también manifiesta esa inquietud solidaria.
En los centros que realizan los distintos programas de Caritas, se necesitan muchas manos para ayudar, son muchas las tareas y atenciones a estas personas más desfavorecidas. No olvidemos que la esencia del evangelio es el amor por los más débiles.
Respecto a los técnicos, que no pierdan nunca su identidad cristiana que liberan su tiempo y su conocimiento profesional al servicio de los pobres en la Iglesia.
 
Con la crisis del coronavirus vemos muchas empresas cerradas y paralización de la economía, que se suman a un gran número de parados y salarios bajos, especialmente entre los jóvenes. ¿Qué pedimos a las administraciones desde Cáritas?
 
Pedimos a las administraciones que reflexionen si el dinero de sus presupuestos o de recursos extraordinarios, como es el caso de los fondos europeos que van a llegar, está suficientemente orientado a aminorar las desigualdades sociales.
 
Hace unas semanas se presentó el proyecto de tarjetas monedero, una nueva «forma» de ayudar sobre la que se insiste mucho en Cáritas…

El actual modelo de apoyo y ayuda a las familias está basado en las ayudas en especie que limitan la capacidad de elección de las familias y favorece la pérdida de autonomía personal (a nadie nos gusta que nos digan lo que tenemos que comer o vestir). Con la tarjeta monedero queremos dar un paso más en la «dignificación» de la persona y normalización de las ayudas. Las tarjetas-monedero se entregarán, previa valoración de los equipos de acogida, a las familias que lleguen a nuestros centros.

Con la tarjeta monedero queremos dar un paso más en la «dignificación» de la persona y normalización de las ayudas


En los últimos años se han escuchado críticas a la palabra caridad…
 
Creo que lo que está en crisis son muchos valores y esto nos hace ser cada vez más desconfiados, lo que nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos.
Tenemos el reto de seguir sensibilizando a la sociedad porque la caridad de Cristo nos urge a trabajar por la justicia.
 
Uno de los proyectos novedosos en marcha, aparte de las tarjetas monedero, es una tienda de ropa en la capital. ¿Nos puedes adelantar algo sobre esta iniciativa?
 
A través de la economía social, se ha creado una empresa (Cáritas es la promotora) cuya finalidad es generar puestos de trabajo, a parte de la contribución con el medio ambiente, la reutilización de la ropa, la dignidad de la entrega social que se hace porque la persona compra lo que quiere a coste y, si no tiene recursos, se hace la entrega social.
La tienda se llama MODA RE, en la calle Calatrava de Ciudad Real.
 
Por último, ¿qué esperas de estos próximos años en Cáritas Diocesana?
 
Que seamos capaces de leer e identificar las nuevas pobrezas que asoman.
Por otro lado, ahondar en el compromiso último que es el hecho de ser animadores de la caridad en las comunidades cristianas; es decir, que las parroquias y comunidades no dejen de ser sensibles a las situaciones de pobreza y exclusión.
Que nos acerquemos a vivir el espíritu de la viuda del templo que le movió a dar todo lo que tenía.